¿Cuánta gente no logra lo que quiere por tomar decisiones equivocadas? ¿Cuántas personas caen en el clásico “hubiera”?
El ser humano está destinado a tomar decisiones en todo momento. Por las facultades que tiene, por ser racional, por ser pasivo o reactivo o proactivo, por lo que gustes y mandes. Lo más curioso es que independientemente de la decisión, casi todos somos
incongruentes. Vaya problema, ¿cómo se llega a eso? Es muy sencillo:
porque así nos lo hacen creer. Y para prueba basta un botón: ¿porqué lloras cuando eres feliz? ¿No es acaso una incongruencia?
En la gran mayoría de los casos, una persona quiere “tener” para “hacer” cosas que le permitan “ser” alguien importante (de acuerdo a su contexto). Un ejemplo es: “quiero
tener dinero para
hacer grandes cosas y
ser importante”. ¡FALSO! ¡INCONGRUENTE! Date cuenta del gran error, es una incongruencia total (sí, aunque ya lo haya dicho y sea redundante). ¿Cuántas personas lo tienen todo y no son nada? ¿Cuántas personas hacen grandes cosas y son completos desconocidos? Pero ¿cuántas personas son de lo más sencillo que te puedas imaginar y tienen grandes cosas? ¡Ah, eso es impactante!
Una persona “es” por sus valores (los que quieran ponerle a esa persona). De acuerdo a esos valores, moldeados por la familia, la sociedad, la educación, etc., son sus valores y lo definen como tal. Estos valores (nuevamente, según el contexto) son los que en un principio la harán hacer las cosas que cree son importantes o que al menos, les da prioridad. La consecuencia de esas acciones será el resultado de lo que obtendrá, tangible o intangiblemente.
Este ciclo de Ser, Hacer y por consecuencia Tener, es el precio que pagamos cada uno de nosotros al tomar una decisión. Sea cualquier decisión, de cualquier índole, bajo cualquier circunstancia, con respecto a quien sea, es el precio a pagar. ¿Y cuál es ese precio? Lo que OBTIENES. Pero no se vale arrepentirse porque TÚ ASÍ LO DECIDISTE.
En el mundo del
desarrollo humano ésta es una ley inviolable, y cuando eres consciente de ello, al menos podrás saber qué tan incongruente o congruente has sido en tu vida, aunque tal vez tomes la decisión de “no hacer nada” o tomes la decisión de pensar que “no es cierto porque yo soy diferente” o peor aún, que tomes la decisión de creer que “eso no es para mí”. Incluso podrás tomar la decisión de ya no seguir leyendo.
Sé congruente, NO TE CONTRADIGAS. Aprende a conocerte, NO TE OLVIDES DE TI. Sé consciente del precio a pagar: tu felicidad o tu tristeza. Solo tú tienes en tus manos la felicidad, NO TE LIMITES. Recuerda: todo en la vida tiene un precio, el precio de Ser-Hacer-Tener (en ese orden, no hay otro aunque quieras), el precio de ser congruente en tu vida.
Finalmente, esto que hoy he compartido lo aprendí hace unos 6 años, y puedo decirles que me ha servido muchísimo. Liberarse tomando mejores decisiones es algo invaluable para mí. Pero esto no lo es todo, es solo la punta del
iceberg.
¡ Papaqui !