viernes, 9 de enero de 2015

Las complicaciones de ofrecer respuestas ingenieriles

A lo largo de nuestra formación, con o sin carrera, con o sin un posgrado, tendemos a charlar en términos de lo que conocemos y explicamos de la forma lógica en que aprendimos. ¿A qué me refiero? Veamos.

Hace algunos ayeres, por no decir años, me cuestionaron acerca de determinado vocabulario que utilizaba, específicamente acerca de áreas tecnológicas. Literalmente si no utilizaba ciertos términos, según mis críticos, no participaba. En aquel entonces esto se me hizo exagerado y opté por lo más fácil y equivocado: no decir nada acerca de esas cuestiones. Años más tarde aprendí que no es sano omitir lo que conocemos, es mejor estar alerta del contexto en que nos encontramos y modular las cosas.

Otro ejemplo fue cuando un soldado, amigo de mi papá, me preguntó: ¿a dónde vamos cuando morimos? Nuevamente olvidé lo aprendido: no tomé en cuenta el contexto y tratando de responder de forma asertiva, mi respuesta no fue acorde a las circunstancias.

Y así puedo platicarles miles de casos. En muchos de ellos han sido preguntas que son completamente simples desde el punto de ingeniería, pero para mis escuchas que no lo son (o que su ingeniería es diferente), desafortunadamente las respuestas caen fuera de lugar. Otras ocasiones más se han generado conflictos. Y totalmente comprensible, si soy el único, debo hablar en términos comunes y no con términos ingenieriles que no vienen al caso.

Hace poco me encontré con una frase, la número uno para todo individuo pragmático, que dice: “Lo más importante es el contexto”. Y que razón tiene la frase. El contexto determina lo que debemos y podemos hacer y decir. Cuesta trabajo acostumbrarse, pero vale la pena. En ese camino de ser consciente del contexto salen otras sorpresas porque es parte de enfrentarse de manera directa o indirecta a nuestros defectos.

No lo olviden, el contexto cuenta, y cuenta mucho.

jueves, 8 de enero de 2015

Los efectos del ego

El ego es tenebroso. El ego nos degenera. El ego amarra nuestros defectos, los personifica de diferente forma y generan dolor. Cada defecto está en conflicto con los otros defectos y nos generan personalidades múltiples. Pareciera que somos un montón de personas en una sola y no sabemos lo que debemos hacer. De allí que el conflicto es inminente.

¿Podemos darnos cuenta de nuestros defectos? Sí. Basta y sobra con pensar o decir algo de cualquier persona. Si ese algo es una crítica, entonces hemos descubierto un defecto de nosotros mismos. Así de fácil. Pero lo difícil es cómo erradicarlo de nosotros. La receta es muy simple, pero al mismo tiempo es difícil aplicarlo por nuestra inercia de criticar: no hay que juzgar ni condenar.

Un parte medular en todo esto es que mucha gente prefiere aislarse para no entrar en conflicto, prefiere renunciar para estar bien, o se da por vencido porque cree que no hay otra forma. No obstante lo peor que se puede hacer es renunciar a la convivencia porque es renunciar a ser mejores. Lo he dicho anteriormente: la auto-observación es importante y es la forma de descubrir nuestros defectos. NO desistas de la auto-observación, poco a poco se podrá lograr el objetivo de quitar un defecto. Aprovecha los momentos críticos o desagradables para activar la auto-observación.

¿Cuántas veces no te han dicho que hiciste algo indebido y no sabes o no entiendes en dónde o cómo? Seguramente muchas, miles o millones de veces... pero basta una simple mirada fuera de lugar para herir a alguien, basta un comentario con una palabra equivocada para enfermar a alguien. Y no se trata de susceptibilidades, se trata de un defecto que no percibimos. Por eso hay que estar alerta. Como se dice comúnmente: cualquier virtud en su lugar es buena, pero fuera de lugar causa mucho daño. Ten cuidado con tus virtudes porque puedes estar causando mucho daño. Todos y sin excepción, en lo más recóndito de nuestro ser existen cosas aborrecibles.

¡Está siempre alerta!

miércoles, 7 de enero de 2015

Una pequeña reflexión de año yankuik

Ha comenzado un año más, un año nuevo que siempre promete mejores oportunidades y hasta cambios radicales con el mejor beneficio. Y todos deseamos lo mejor de lo mejor.

Mientras los buenos deseos se ponen a la orden, nuestros vicios siguen sin alterarse. Por el contrario, pareciera que con cada año nuevo se fortalecen los vicios. Y para muestra basta un botón.

El día de ayer pasé a realizar algunas actividades en una plaza comercial. Buscando dónde era el mejor lugar para estacionarme y pensando que esos buenos deseos hicieran lo correspondiente, llegó la sorpresa: dos o tres autos entrando en sentido contrario para “ganar lugar”. Yo me pregunto si será muy difícil seguir indicaciones. No quiero cuestionar lo que no es, ya que todos estamos llenos de vicios, pero este es un simple ejemplo que desbarata los buenos deseos.

Así como este caso, podría escribir toda la vida sobre mis propios vicios y no terminar. Podría cuestionar muchas cosas y posiblemente verme mal al hacerlo, pero como todo buen deseo, quiero pensar que habrá algo que podré eliminar y podré decir que tengo un vicio menos dentro de los miles que tengo.

¿Y por qué no? Quiero pensar que todos podremos quitar algo que no nos funciona y que los buenos deseos se cumplan.

¡Feliz 2015 para todos!