viernes, 7 de noviembre de 2014

El renacer de la quietud

La noticia corre como loca. La noticia llega a su destino. La noticia avisa. La recepción no se hace esperar y tanto las alarmas como los focos rojos están a todo lo que dan. Las actividades se desencadenan y llega un momento crítico, un momento de cambio, un momento de razonamiento, un momento que requiere la plena lucidez, un momento que debe alargarse hasta donde sea necesario para convertir y transformar todo lo que llega en una actitud metal positiva y evitar efectos colaterales.

Todas las estrategias son necesarias: respiración, tacto, discernimiento, conteo, análisis, entre otras cosas no menos importantes, pero sobre todo el uso de recursos del autoconocimiento. Efectivamente, el interior debe estar sin alteración. Nada de lo que suceda afuera debe perturbar la paz interna, la quietud del espíritu, la tranquilidad del Ser. No es fácil. El trabajo en la eliminación de cadenas permite mantener la armonía. Los segundos se hacen largos, sin embargo el tiempo como constante eterna ofrece el privilegio de llegar al punto final.

Gracias a los repasos y a la práctica retomada, gracias a un poco de auto-atención, el final llegó sin complicaciones. El conjunto de elementos x llegó a la mínima vibración, la guitarra dejó de escucharse y los diapasones llegaron a la quietud nuevamente. No hubo más ondas. La paciencia tuvo su recompensa y las substancias dañinas para el organismo no derramaron gota alguna, todas se contuvieron. Excelente trabajo apoyado en el Ser.

Así, la quietud en el horizonte se asoma... Quietud, desencadena tus brazos de paz y abraza con la pasión infinita de la cordura. Quietud no te ocultes, quietud sé libre. Quietud, embriágame de tu paciencia y abre un poco más la puerta del ágape.