miércoles, 25 de agosto de 2010

Kochkayotl: el festejo

La cita era a las 2:00 de la tarde. Apresurado, llegué tarde 20 minutos y la gran sorpresa fue que no había nadie. Al filo de las 15:00 horas llegaron los invitados y la festejada. Con una comida sencilla pero suculenta, el acompañamiento de un acordeón, seguido de más de dos horas de mariachi, fue algo que disfruté grandemente. La novedad fue haber escuchado al mariachi cantando canciones que no son tan comunes en este género (por fin, algo novedoso ante lo más repetitivo y cansado del mariachi).

Las personas invitadas se caracterizaban por ser del ámbito político, legal, artístico y educativo, con perfiles desde criminalistas hasta músicos. Una combinación interesante para contrastar formas de pensar.

Con una ausencia de mi presencia por casi tres horas, a mi regreso pensé que todo habría terminado, no obstante, algunos invitados seguían en el festejo. Me reincorporé para seguir conociendo gente, intercambiar formas de pensar y sobre todo concluir con un día bastante interesante.

Y curiosamente, allí volví a disfrutar de la caipiriña, una bebida del Brasil (país que conocí hace casi tres años). Aunque realmente, algo le faltó en la preparación para que fuera excelente. Pero aún así se sacó un 9. ¡Salud!

Por cierto, disculpen la redundancia en el título de esta entrada.

domingo, 22 de agosto de 2010

Tomando conciencia (.1.)

La autoconcretización es una de las cosas que toda persona debe hacer. Simplemente consiste en que uno mismo sea concreto, es decir, manejar solo cosas esenciales, una a la vez. También es importante la conciencia moral, saber identificar las acciones que están asociadas a la bondad o a la malicia (es increíble, pero hay personas que no distinguen esto). La imaginación creativa, asociada a la representación de imágenes reales o ideales no solo para resolver problemas, sino además para crear nuevas cosas: una cualidad imperante en la conciencia de las personas. La fuerza de voluntad, o sea, decidir y ordenar la propia conducta, esto lleva a un libre albedrío, donde domina la reflexión y la razón.

Los cuatro elementos anteriores, por sencillo que parezca, no es fácil llevarlos al nivel de la conciencia. Se dice que la rectitud, que lleva a la equidad y la justicia, así como la dignidad humana, son ambas el resultado de tomar conciencia.

¡Qué fácil! Bien, ¿porqué no hacerlo? Una persona conciente sabe lo que hace, una persona conciente toma decisiones acertadas, una persona conciente actúa y define con claridad hacia dónde va, una persona conciente comparte, una persona conciente distingue los peligros y las oportunidades con gran facilidad. Las decisiones efectivas dan enfoque, se distingue claramente lo que sucede y permiten saber qué hacer en cada momento.

Lo dicho en el preámbulo se cumple, esto es solo el inicio. ¿Quieres ser conciente? Entonces domina tus emociones, domina tu fisiología, domina tu parte social, domina tu economía (no es imposible) y domina tu tiempo. Para todo esto se requiere educación. ¿Qué has aprendido? Seguro que casi nada, tal pareciera que las experiencias de la vida no te importan.

Hay un comercial que dice varias veces: ¡Despierta! El secreto: hay que intimar (ojo, no se trata de intimidar, eso es otra cosa), así que hay que introducirse en el afecto o ánimo de los demás (si es que te interesa). ¿Somos capaces de tomar yolixtli? La estadística dice que el 95% de las personas no toma conciencia (y nótese que es considerando los cuatro elementos citados al principio).

Me parece que el mensaje es claro, si capta o no, depende de cada quien.

Esta introducción es solo eso, una introducción. Plotino dijo que estamos a la mitad del camino. ¿Porqué no concluirlo? ATRÉVETE, lo único que puedes ganar es ser una mejor persona (con todo lo que conlleva), si pierdes no pasa nada, ya estás perdido(a) entre el 95% de las personas fluyendo como pez en el agua.

sábado, 21 de agosto de 2010

A once años del inicio

Indagando entre mis múltiples cosas guardadas desde hace algunos años, me encontré con un cuaderno que tiene once años de haber sido un espacio para realizar apuntes que nunca pensé me llevarían a hacer grandes cosas. Ese cuaderno lo empecé a hojear, página a página, viendo cada una de las anotaciones que hice en aquel agosto de 1999.

Tomaba clases de oyente con un profesor cubano, un verdadero experto en su área, no como otros que se dicen expertos y que ni a aprendices llegan. Sus clases iniciaban realmente con verdaderas cátedras proyectando algo que actualmente trato de hacer lo mejor posible: la precisión en los conceptos. Para él era imperdonable decir algo que no fuera realmente firme en cuanto a su definición. Interesante postura: ¡no hay lugar a ambigüedades! Debo confesar que por estar de oyente nunca me atrevía a hacer sus exámenes, tenía cierto temor de no hacer un buen papel, no obstante adquirí buenas bases teóricas para muchas cosas.

Cuando se enteraron que estuve tomando clases con este profesor, inmediatamente me llamaron para dar clases, algo que no quería porque no era lo mío, no obstante, había algo que me decía que sí. Así empezó todo un ciclo de cursos que me llevó a refinar muchas cosas, a comprender, a analizar, a ser crítico de lo que viene en los libros, a superar lo que me enseñaron en ese curso. Hoy veo las notas y veo mi presente. Creo que el haber tomado la iniciativa de entrar al curso me ha dejado un espacio para experimentar lo que se me ocurra. Así es, el disfrutar de un trabajo con el lujo de hacer lo que quiero y cambiarlo cuantas veces quiera es algo invaluable.

Solo me resta decir que ese cuaderno lo he guardado y lo seguiré guardando en un espacio especial de mi librero.

jueves, 19 de agosto de 2010

Actualizaciones tecnológicas desastrosas: una rebanada de esclavitud

La inercia de la tecnología es interesante hasta que sucede lo inevitable. Cuando aparecen nuevas versiones de una determinada aplicación, la actualización no se hace esperar y automáticamente disfrutamos de nuevas novedades. Todo es excelente cuando se conserva la facilidad de uso y se preserva la ubicación de las cosas, no obstante, cuando casi todo cambia, es una perdedera de tiempo volver a aprender dónde y cómo hacer las cosas rutinarias.

En este caso cuestiono seriamente los grandes millones de dólares que se destinan en la industria del software para ese concepto que se llama ergonomía de la aplicación, donde todo debe ser muy intuitivo y evitar cansancio al utilizarla. No estoy de acuerdo que si ya hubo estudios sobre dicha ergonomía, ahora cambien todo el diseño. Y hay algo muy simple: si tengo que aprender a utilizar nuevamente algo que por décadas se ha mantenido estable, prefiero invertir ese tiempo en aprender cosas que son realmente útiles para mí y que me van a dejar algo mucho más redituable que hacer un vil y simple documento de texto.

Definitivamente me rehúso a volver a aprender, no tiene sentido, y además se supone que la vida se simplifica con este tipo de herramientas. Por cierto que hasta donde me he podido dar cuenta, la administración de la función informática en la gran mayoría de las instituciones no sirve de nada, creo que ni siquiera conocen este concepto administrativo que según las carreras en administración deben manejar a la perfección y se supone que en teoría hasta las carreras relacionadas a la computación también. Casi todos se vuelven esclavos de la computadora. Simplemente analicen algo muy simple: un procesador de texto. ¿Cuántos utilizan estilos para agilizar el formato de sus documentos? ¿Quiénes hacen cartas ejecutivas con solo unos clicks del ratón? ¿Porqué las marcas de párrafo no las usan para resolver el problema de impresión de hojas en blanco o cuestiones de desalineación? ¿Cuántos conocen las teclas rápidas? Todo se resume a una simple máquina de escribir pero electrónica. ¿Porqué usan una hoja de cálculo con operaciones hechas a mano? Vaya, dicen por allí: mi no entender. ¿Tiene sentido? A veces es hasta divertido ver cómo se pierde el tiempo paseando con el ratón en toda la pantalla porque ni siquiera saben ajustar la velocidad del puntero, pero les gusta sufrir (digo, ni siquiera preguntan). He aquí parte de la esclavitud moderna.

Probablemente se preguntarán que si estoy cuestionando el no saber, ¿porqué no entonces me actualizo con una nueva versión? Pues muy simple, las teclas rápidas siguen siendo las mismas, así que no hay mayor problema. ¿Pero cuantos saben las teclas rápidas? Eso sí es problema.

En fin, lo importante aquí es que seamos concientes de que no debemos convertirnos en tlakotlis de la computadora, digo, la computadora debe ser nuestra herramienta de trabajo que facilite la vida, no que la empeore.

sábado, 7 de agosto de 2010

Tlatlakouiloa: un uelitiyotl especial

A finales de 1994 hubo una conversación de sobremesa acerca del poder. Me encontraba entre psicólogos, biólogos, pedagogos, economistas e ingenieros. Las preguntas esenciales eran dos: ¿Qué es el poder? y ¿Hasta dónde el poder es poder? Desde luego, dada la diversidad entre el conocimiento de los participantes, la polémica era fuerte, incluso persistía un toque bastante notorio sobre el aspecto político del poder. Esto último a causa de los recientes acontecimientos del Sub Marcos, Salinas, Cárdenas, Colosio, etc.

Según el diccionario, el poder es la facultad o potencia de hacer algo. Desde luego existen muchas variantes sobre esta palabra, según cada una de las áreas. Por ejemplo, el mundo del liderazgo lo define como la capacidad de influir en las personas, mientras que la parte social lo maneja como el reconocimiento de un grupo de individuos sobre ciertas habilidades de una persona para lograr las cosas, que en este último caso, si no hay reconocimiento, no hay poder. Es complicado tener un consenso de lo que realmente es poder, sin embargo todos sobre entendemos de alguna forma de lo que se trata.

Mientras el uelitiyotl puede complicarse, creo que es una relación bidireccional entre al menos dos participantes: el que influye y el que reconoce. Pienso que hablar de manera aislada no se refiere exactamente al uelitiyotl, sino tal vez a otro concepto cercano a lo que es poder. Según mi apreciación, creo que esto contesta la primera pregunta.

No obstante, en toda persona existe una fuerza natural que es mucho más amplia que el poder y que tal vez no todos la puedan expresar con la misma energía; se trata del tlatlakouiloa. Así es, “el carisma es la fuerza divina que se manifiesta en el hombre y en la mujer. El poder sobrenatural que no tenemos que demostrarle a nadie, porque todo el mundo lo ve, incluso los menos sensibles” [*]. Efectivamente, es una capacidad especial de algunas personas para atraer o fascinar. Me parece que el poder llega hasta donde el que reconoce se siente atraído o fascinado por las influencias del otro.

Considero que hablar del poder es muy controversial, aún así he tratado de responder a dos cuestionamientos que yo mismo me he preguntado desde ese entonces. A lo largo de mis diferentes experiencias, me he dado cuenta que el carisma es posiblemente la forma de poder más influyente, aún por arriba de las fuentes que otorgan poder anárquico y/o dictador: sociedad, política y religión.

[*] La bruja de Portobello de Paulo Coelho. Gracias a Ofelia Vázquez.

viernes, 6 de agosto de 2010

Entre taladros y anxelis

Las visitas a determinados lugares suelen ser muy tormentosas y más si hay pánico a las agujas y taladros. A lo largo de mi vida he pasado por muchos momentos severos que aún con anestesia hay molestias. Afortunadamente no me aterro con las agujas, aunque el sonido del taladro en ocasiones es molesto, no por la sensación, sino más bien por su característico acompañante: el agua, que luego no deja respirar bien.

Hoy fue un día de esos en donde todo se junta. Primero me revisó la doctora que me ha atendido desde que estaba en quinto de primaria, así que sabe todo lo que he padecido y al mismo tiempo todo lo que me ha ayudado para no parecer un tiburón. Luego me revisó la especialista, una chica que la conozco desde que estuvo en el vientre de su mamá y que siguió sus mismos pasos.

Finalmente, la endodoncia de conductos practicada fue como algo agridulce (afortunadamente, una vez más todo salió bien). Debo mencionar que la mamá siempre se ha caracterizado por ser una persona muy guapa. La hija mejoró la genética y creo que eso lo dice todo.

jueves, 5 de agosto de 2010

La nemilistli: el juego donde solo se juega, no se gana

Todos jugamos diversos juegos en diferentes ocasiones a lo largo de toda la nemilistli. Hay quienes juegan sanamente y hay quienes juegan los juegos más peligrosos y atrevidos en donde se arriesga la nemilistli, como lo es una apuesta o llegar a extremos de una ruleta rusa. Si bien los deportes extremos tienen un alto riesgo, es parte de lo que muchos acostumbran para ponerle algo de “sabor” y “sentido” a la nemilistli.

Una pregunta esencial en esto es ¿hasta dónde se juega para ganar? Se gana en las canicas, se gana en el trompo, se gana en un juego de damas chinas, se gana en el ajedrez, se gana en un partido de lo que sea, etc. ¿Se gana en un deporte extremo? Puede ser fácil responder o tal vez sea complicado. El punto no es ver si se compite, si no más bien lo que se gana.

Indistintamente de si se gana algo o se gana el juego, curiosamente todos estamos involucrados en un juego donde solo se puede jugar mas no ganar. Se pueden generar estrategias para avanzar, para ser más competitivo, cuidarse de no estar en desventaja, etc. Las reglas son simples, solo hay que tomar las mejores decisiones. Este juego tan divertido y entretenido para muchos es también un infierno para otros más. Hay quienes desisten del juego, sabiendo que nunca podrán ganar (y que tristeza) se dejan vencer. Otros por imprudencia interfieren con el juego de alguien más llegando incluso a eliminarlos de dicho juego.

Este juego es el juego de la nemilistli. Hay personas a las que les gusta la paradoja de las damas inglesas, avanzando paso a paso, decisión tomada no hay marcha atrás. Cuando se llega a la cumbre se puede mover en todas direcciones. Hay otros que prefieren ver la nemilistli como el juego de la marmota, donde todo se repite para volver a comenzar en cada ciclo que termina y dicen que no debe uno ver lo que termina, sino lo que comienza.

El sábado pasado me tocó darme cuenta por enésima vez de que mi juego puede acabar en cualquier instante a causa de otras personas. Un mal jugador (en este caso alcoholizado) no solo pudo haber salido del juego, también puso en desventaja a sus hijos, a mi y a otra persona. La nemilistli no se juega con alcohol. La imprudencia fue la única ganadora en todo esto.

Y como en la paradoja de la marmota, lo que ha comenzado para mí es simplemente una etapa de nuevas metas y objetivos. Bien dicen los del desarrollo humano que solo aprendemos de dos formas: por alta repetición o por un fuerte impacto (físico o emocional).