Recuerdo que todos nos sentíamos amos y dueños del universo, queriéndonos comer al mundo y pensando que nada nos podría detener. Y literalmente sigue siendo así, solo que en un contexto diferente.
Pero lo más importante de esta pequeña visita es que parece que el tiempo se detuvo. Entrar a los Laboratorios Pesados de Ingeniería Metalúrgica y percibir el clásico olor de minerales, fundición, materiales diversos de la metalurgia... ¡Cómo recuerdo mis tardes con mi molino para mezclar cobalto y molibdeno en polvo, todo para mi tesis! Era como jugar con lodo, ¡pero sin agua! Suena curioso, pero así era. Pasaba largas horas de espera en un difractómetro de rayos X para analizar mis aleaciones y medir la cantidad de energía acumulada en el proceso de molienda, utilizar el planímetro para obtener áreas... Recuerdo algunos descuidos como un día cuando dejé prendida mi bomba de vacío y estando en casa brinqué como chapulín para llamar por teléfono y asegurarme de que todo estuviera en orden, sin algún posible incendio o casas por el estilo. Hasta el difractómetro un día también lo dejé prendido y ya me imaginaba pagando algunos milloncitos de pesos por semejante aparato.
Lamentablemente, ahora parece que la educación sigue bajando de calidad, según lo que me enteré y es muy triste. ¡Mientras tanto me quedo con el grato sabor de mis tiempos de estudiante!
Tlamatilistli
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