jueves, 5 de agosto de 2010

La nemilistli: el juego donde solo se juega, no se gana

Todos jugamos diversos juegos en diferentes ocasiones a lo largo de toda la nemilistli. Hay quienes juegan sanamente y hay quienes juegan los juegos más peligrosos y atrevidos en donde se arriesga la nemilistli, como lo es una apuesta o llegar a extremos de una ruleta rusa. Si bien los deportes extremos tienen un alto riesgo, es parte de lo que muchos acostumbran para ponerle algo de “sabor” y “sentido” a la nemilistli.

Una pregunta esencial en esto es ¿hasta dónde se juega para ganar? Se gana en las canicas, se gana en el trompo, se gana en un juego de damas chinas, se gana en el ajedrez, se gana en un partido de lo que sea, etc. ¿Se gana en un deporte extremo? Puede ser fácil responder o tal vez sea complicado. El punto no es ver si se compite, si no más bien lo que se gana.

Indistintamente de si se gana algo o se gana el juego, curiosamente todos estamos involucrados en un juego donde solo se puede jugar mas no ganar. Se pueden generar estrategias para avanzar, para ser más competitivo, cuidarse de no estar en desventaja, etc. Las reglas son simples, solo hay que tomar las mejores decisiones. Este juego tan divertido y entretenido para muchos es también un infierno para otros más. Hay quienes desisten del juego, sabiendo que nunca podrán ganar (y que tristeza) se dejan vencer. Otros por imprudencia interfieren con el juego de alguien más llegando incluso a eliminarlos de dicho juego.

Este juego es el juego de la nemilistli. Hay personas a las que les gusta la paradoja de las damas inglesas, avanzando paso a paso, decisión tomada no hay marcha atrás. Cuando se llega a la cumbre se puede mover en todas direcciones. Hay otros que prefieren ver la nemilistli como el juego de la marmota, donde todo se repite para volver a comenzar en cada ciclo que termina y dicen que no debe uno ver lo que termina, sino lo que comienza.

El sábado pasado me tocó darme cuenta por enésima vez de que mi juego puede acabar en cualquier instante a causa de otras personas. Un mal jugador (en este caso alcoholizado) no solo pudo haber salido del juego, también puso en desventaja a sus hijos, a mi y a otra persona. La nemilistli no se juega con alcohol. La imprudencia fue la única ganadora en todo esto.

Y como en la paradoja de la marmota, lo que ha comenzado para mí es simplemente una etapa de nuevas metas y objetivos. Bien dicen los del desarrollo humano que solo aprendemos de dos formas: por alta repetición o por un fuerte impacto (físico o emocional).

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