martes, 22 de marzo de 2011

Un poco de Contemplación: la buena obra del día

En el corazón de Zacatecas...

El día fue maravilloso, las cosas salieron con base a lo planeado y solo faltaba una buena comida. Y así  fue. Al término de la comida, en espera de la cuenta, un niño entró pidiendo limosna. Cuando se acercó a la mesa donde estaba...

- Una moneda. -
- No. Pero, ¿tienes hambre? -
- Sí. -
- ¿Quieres una “gordita”? -


Los ojos del niño se tornaron redondos y una sonrisa un tanto seca apareció en su rostro.

- Sí. -
- ¿De qué la quieres? -
- De mole. -


Ordené la “gordita” de mole y pedí que la cargaran a mi cuenta.

- ¿Cómo le va? - Preguntó el niño.
- Bien, gracias. -

Una sonrisa más natural se esbozó en su rostro. Y esa sonrisa es lo mejor que pude tener el día de hoy.

No hubo más diálogo. El niño sólo esperó su “gordita” y conforme la tuvo se fue del local, a un costado del mismo a comer, tal vez, su primer alimento del día, no lo sé.

Realmente no hay nada que pueda comparase con una sonrisa de un niño, y más bajo estas circunstancias. Aunque no hubo la palabra “gracias”, no importa, la sonrisa es mucho más que un montón de gracias, el que coma es mucho más que un montón de gracias... Tan solo eso es mucho más a que todo haya salido excelente por la mañana.

También yo tuve una sonrisa que logró un relajamiento muy particular. Por enésima vez comprobé que sonreír nos armoniza. Fue una grata experiencia que hace crecer y valorar muchas otras cosas, o al menos a revalorarlas.

El apreciar uno mismo este tipo de experiencias personales, en el mundo de la espiritualidad, se conoce como Contemplación. Entre más Contemplación, más crecimiento, más conciencia de nuestro Ser. Y no puedo decir que tengo muchos espacios de Contemplación, pero sí puedo decir que uno puede generar la Contemplación cuando así se lo propone.

Finalmente, una persona que busca ayuda real por medio de la limosna, es una persona que sabe recibir ayuda de quien le ofrece alguna alternativa a una moneda. Si no es así, seguramente la moneda no es para saciar el hambre, es para saciar sus vicios y adicciones.

¡Un tlamantli iuani más en mi vida!

1 comentario:

  1. Yo hice lo mismo la semana pasada, o bueno eso intenté, recordando la charla que habíamos tenido hace unos días me nació hacerlo pero el resultado fue completamente diferente.

    Estaba con una de mis amigas almorzando en un lugar concurrido de la ciudad. A mitad de la comida entró un niño ofreciendo flores a todos los comensales, cuando llegó a nuestra mesa me preguntó "¿Una rosa para la señorita?" a lo que le respondí "no, gracias! ¿Ya comiste?" El niño titubeó y volteó hacia la entrada (en ese momento no supe por qué lo hizo, no le dí importancia) y me dijo "si, ahm, no".

    Le pregunté si quería comer y me sorprendió que me dijera que no, que él comía tortas. Yo no insistí; el niño al ver que no compraría de sus rosas se fue.

    El dueño del lugar observó lo que había pasado, cuando fue hora de pagar se acercó y me dijo que el niño no había aceptado la comida porque su papá era el que lo mandaba a vender las flores y siempre lo esperaba afuera del restaurante.

    Retomando tus palabras: hay personas que saben recibir ayuda de quien le ofrece una alternativa a una moneda, hay otras que no, pero hay otras más que les gustaría aceptar esa ayuda sin embargo no lo tienen permitido.

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