viernes, 16 de julio de 2010

Sustentabilidad: el mundo del CO2 y de la indiferencia

La semana pasada vi un documental en el canal 28 sobre el calentamiento global. Esencialmente se explica que cada uno de nosotros generamos al año la grandiosa cantidad de 10 toneladas de CO2, producto de la vida moderna: televisión, radio, refrigerador, calentadores, aire acondicionado, luces de navidad, computadoras, impresoras, DVD, CD, automóviles, estufa, microondas, etc. Por otro lado, entre más basura se genera también se produce CO2 debido a la descomposición.

¿Se saturará la atmósfera de CO2? Pues resulta que no porque aún y cuando el porcentaje de CO2 aumenta cada día, los excesos se disuelven en el agua, así, el mar esencialmente se encarga de regular esta parte, aunque en realidad lo que sucede es que se acidifica el agua. El resultado es entonces un veneno para las especies marinas. Como el CO2 obscurece la superficie de la Tierra, el efecto invernadero se encarga de derretir los polos y se disminuye la cantidad de reflexión de luz que el planeta por naturaleza tiene para liberar el calor. Al incrementarse el nivel de zonas obscuras por haber menos hielo y más agua, la energía se queda atrapada en el planeta por efecto de la teoría de Cuerpos Obscuros.

Se calcula que el calentamiento en este siglo será de 2 a 6 grados y esa simple variación causará muchos desastres en todo tipo de ecosistemas. Por ende, al ser nosotros dependientes de todos ellos, corremos peligro, pero no de adaptación sino de nosotros mismos que al no contar con el mismo tipo de recursos seguramente estaremos tratando de quitárselos a quien los consiga. No sé porqué esto me recuerda la película de Charlton Heston: Cuando el destino nos alcance.

Las energías alternativas como la del mismo mar, el viento y la solar son las que toman primordial importancia para minimizar el daño. Nuestra cultura es también un factor decisivo en minimizar nuestras emisiones de CO2 al tomar conciencia de utilizar cada vez menos nuestros electrodomésticos y automóviles. No obstante, la re-educación de personas no es una tarea fácil. Allí está el problema, es más fácil actuar e influir sobre nuestros descendientes, al menos ese es un compromiso que todos podemos hacer.

Indistintamente del calentamiento global, recordando otros documentales sobre la actividad del clima en la faz de la Tierra (vistos en el Canal 22), resulta que la Tierra ha tenido tres períodos fríos. Así es, de hecho este período en el que vivimos se registra como el más frío de los tres. Entonces, si en otros períodos del planeta la vida ha sido esplendorosa con grandes animales y vegetaciones con un clima más caliente, ¿porqué preocuparnos de lo que va a pasar? Es una pregunta un tanto retadora y al mismo tiempo de reflexión. Previamente cuestioné a qué jugábamos tratando de salvar a nuestro sitlaltsitsimitl Tierra. Expresé claramente que al planeta no le va a pasar nada, a quien le va a pasar es a los ecosistemas de los cuales dependemos y por ende nosotros podríamos extinguirnos. La definición de planeta no incluye seres vivos, por lo tanto no se trata de salvar al planeta, se trata de salvarnos a nosotros mismos.

¿Cuántos vamos a tomar el compromiso de separar la basura? Esto se ha quedado en el olvido, salvo en algunos lugares. Corrijo, no está olvidado, es más bien flojera, al fin que mientras la saque de mi casa ya la hice. ¿Cuántos vamos a tomar el compromiso real de consumir menos energía? Hay mucha publicidad, pero como dicen: “por un oído entra y por el otro sale”. ¿Cuántos vamos a dejar nuestro coche en casa y tomar el transporte público? Que horror, con tanto carro viejo que se mueve de milagro. Sí pero no somos capaces de protestar y los usamos cuando no nos queda de otra. ¿Cuántos vamos a desconectar nuestros electrodomésticos para que los leds no funcionen? Que flojera, conectar y desconectar, si hay cosas más importantes como irse a emborrachar (o díganme si me equivoco, ya que hasta porque la mosca voló: ¡salud!). ¿Para qué me preocupo del CO2? Si al fin y al cabo la Tierra aguanta y como dicen los estudios, no nos va a pasar nada si respiramos más CO2, así que los de adelante que lo resuelvan: ¿tus propios hijos? ¿Cuántos realmente tenemos o no el compromiso con nosotros mismos de garantizar la existencia de nuestra especie? Pretextos sobran.

Por otro lado, la parte “sustentable”. Ahora en todos lados esto es una moda. Algo sustentable es aquello que garantiza las mismas condiciones que ahora tenemos, según lo que se sabe. Si bien es interesante este tipo de filosofía, no todos están de acuerdo en ello, ya que la parte sustentable no es en esencia ese algo, sino que está implícito en quien lo usa y la responsabilidad social que implica en cada uno de nosotros. Y esto por cultura no se cumple, o al menos no como se espera.

Sustentable significa que se puede defender con razones, conservar algo en su ser o estado. ¿Qué defendemos? ¿Qué conservamos? Nos hace falta mucho. La ingeniería sustentable suena interesante pero con todas nuestras costumbres, vicios e indiferencia lo único que es sustentable (y engrandeciéndose) desafortunada y evidentemente es el mundo del CO2.

No digo que los esfuerzos de preservación y la sustentabilidad no sirvan, solo cuestiono el nivel de conciencia y compromiso que tenemos al respecto.

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