lunes, 12 de diciembre de 2011

¡Todo debe ser laico!

La semana pasada estuvimos en un desayuno por motivos del fin de año. Todo fue aceptable, excepto un detalle. Antes de empezar con el desayuno hubo la participación de un compañero con unas palabras alusivas a estas fechas que se aproximan.

Sin embargo, me esperaba algo imparcial, interesante, reflexivo… Pero en realidad fue muy religioso y eso incomoda. No era el espacio para ello, no era el momento tampoco, no era ni siquiera la ocasión para hacer algo así. ¡Digo, uno tiene hambre a esas horas de la madrugada!

¿Acaso el hecho de que aproximadamente el 90% o más de los presentes sea de alguna creencia cristiana, particularmente católica, da derecho a generalizar? ¿Qué pasa si al menos uno de los presentes es de otra religión, o al menos con otras creencias? No cabe duda que el león cree que todos son de su condición.

Posiblemente les parezca muy dramático e incómodo a muchos de ustedes lo que digo, pero la realidad es que debemos cuidar y saber incluso respetar este tipo de creencias, aunque sea por una sola persona. Y aunque no hubiera sido por alguna persona, el hecho es que hay espacios, hay lugares adecuados para ello. En una escuela no debe hacerse nada religioso aunque el 100% de las personas pertenezca a una creencia o religión. Las cuestiones laicas deben respetarse.

De hecho, simplemente el día de hoy, 12 de diciembre, es indescriptible: un día dado por cuestiones religiosas. ¿Dónde está lo laico de la educación? Tal vez lo que sigue es muy crudo y, ¡cuidado!, empieza lo peligroso de esta entrada…

Hoy simplemente representa un día de sometimiento, reflejo de cómo un pueblo dominó a otro. Hoy es un día que el Vaticano adora por las grandes entradas de dinero a sus arcas. Hoy es un día que nuestro pueblo muestra la esclavitud moderna. Hoy es un día en que la gente incluso no es consciente de su sacrificio en vano. Así es, un sacrificio que de nada le sirve, excepto tal vez como muestra de una condición de resistencia física ejemplar.

Si Dios es pura bondad, ¿para qué quiere el sufrimiento de sus hijos?
Esto es lo más incongruente que hay.

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