Concomitancia perfecta. En un extremo del puente la interrogante de siempre, al otro extremo la respuesta esperada: ¡Claridad! La neblina se quitó instantáneamente y tras pensar que sería complicado, el camino fue bastante llano, como pista de patinaje... y ese amenazante hoyo negro nunca existió, solo fue mi imaginación. El camino fue el correcto.
Hoy, la tranquilidad vuelve. La inmensa claridad es formidable, el tiempo sigue su curso y el reloj ha terminado de marcar la cuenta regresiva.
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