En el inmenso mar del tiempo, entre tantas opciones cuánticas que llevan a un mismo punto, la concomitancia es nula. Algunos días soleados, algunos otros bajo la lluvia, la paciencia toma su trono y desde allí tiene dominio perfecto. Entre la razón y el discernimiento, la serenidad goza de júbilo.
Mientras tanto, el universo con su gran capacidad de comunicación instantánea, evoca al poder de la fascinación para beneplácito interior.
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