sábado, 2 de enero de 2010

Diezmo: mi modelo de impuestos

Este año inicia con un incremento en los impuestos, que según los expertos no es benéfico en épocas de crisis, con lo cual estoy de acuerdo. El poco aumento al salario mínimo que se efectúa en este mes no tendrá efecto debido a dicho incremento. De remate nos aumentan el precio de la gasolina y por consecuencia, todo empieza aumentar.

No pretendo cuestionar hasta dónde nuestro modelo de impuestos es benéfico y al mismo tiempo perjudicial, pero desde hace algunos años he tenido la idea de que los impuestos pueden ser tan transparentes que incluso podríamos olvidarnos de tanto rollo para declarar y deducir en una forma muy simple. Tomando la mecánica de cómo funciona el diezmo, alguna vez me pregunté: ¿Porqué no aplicarlo como modelo de impuestos? La idea es que todos, absolutamente todos, por ley, se nos descuente un único porcentaje de nuestro ingreso, no declaramos y no deducimos. Lo recaudado pasa directamente al gobierno y listo. Sólo habría que saber si el 10% es lo adecuado. Si nadie declara y nadie deduce, eliminamos el efecto de que el consumidor final sea el que realmente pague los impuestos, eliminamos posibilidades de evadir impuestos y hasta hay una oportunidad de que el comercio informal se incorpore en las recaudaciones. No habría diferencia entre personas morales y personas físicas, no importaría cuanto gana una empresa o persona, ya que todos estarían obligados a pagar su diezmo.

Solo planteo una idea, un modelo. Las implicaciones legales, materia de importación, gente pobre y de extrema pobreza, bienes y servicios, entre muchos otros temas implicados, los dejo fuera por la complejidad que conlleva. Esto implica una tlapapatilistli radical para acomodar las piezas de forma correcta.

¿Suena descabellado? Sí. ¿Parece extremadamente fantasioso? También. ¿Estoy totalmente loco y delirante? Tal vez. Pero como dirían los expertos de la mejora: “romper la vajilla para renovarse”. Y en este caso romper la vajilla significa cambiar el modelo de impuestos. Aunque el problema real no creo que sea un cambio de modelo de impuestos, es más bien, la ideología del mexicano por hacer fraude en la primera oportunidad.

Pero pase lo que pase, el tlatlakuittalistli es importante, hay que llevarlo a la práctica y convertirlo en un hábito.

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