domingo, 24 de enero de 2010

El magno eclipse

Ayer inició el eclipse. El evento es impresionante y como todo fenómeno cósmico es imposible ver todas las vertientes que puede tomar. Los astrónomos predijeron muchas cosas y aplicaron muchos cálculos matemáticos para poder adelantar toda la información relevante y de interés en un acontecimiento como este. Allá donde todo se puede apreciar en su compleja ejecución se sabe muy bien lo que ocurre. Aquí solo se percibe una parte y dificulta apreciar el impactante fenómeno.

Las primeras observaciones fueron indescriptibles y los datos ofrecidos por el observatorio se cumplían uno a uno. El tiempo pasaba lentamente cuando sorpresivamente se dio una noticia nunca antes vista: “es imposible decir cuánto durará el eclipse”. Yo no me imagino algo así porque los eclipses son de minutos y con esta noticia las cosas cambian drásticamente. Nunca me imaginé escuchar algo así. Sabía del rumor, pero nunca pensé corroborarlo.

Aunado a esto, se da una segunda noticia sobre la tercer metstli: “no se puede tampoco corroborar su rotación”. Pensé que sería todo, no obstante hubo una tercera noticia: “hay evidencia de que el sistema ternario, en uno de sus tonatius, se suscite un cambio de metstli”. Vaya, qué eclipse espectacular y controvertido. Tendré que esperar, no puedo irme así nada más sin saber qué pasará durante el resto del eclipse. Algunas versiones dicen que puede extenderse meses pero no sé si tendré tiempo para verlo concluir en la forma que me gustaría. Apreciar el inicio del eclipse me proporciona tranquilidad, liberación, paz y confort, pero allá en las alturas sigue un fenómeno lleno de incertidumbre con dos posibles salidas.

Finalmente, ayer pude corroborar que este tipo de eclipses tienen gran similitud con ese famoso dicho del ajedrez: “cuando menos te lo esperas, salta el caballo”.

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