miércoles, 5 de diciembre de 2012

La falta de puntualidad

El cuidado y el acuerdo en llegar a un lugar convenido en la hora pactada es uno de los grandes males del mexicano. Pretextos sobran, si se trata de que alguien vive muy lejos: carga vehicular fuerte, al metro se le acabó la gasolina, manifestación, se descompuso mi reloj, chocó el autobús. En ciudades grandes puede que sea tolerable, pero no es una justificación para llegar tarde. Pero en ciudades donde todo es muy cerca, incluso viviendo a un par de calles del lugar, es verdaderamente increíble, inesperado e inaudito que la gente llegue tarde. Y en todos los casos no me refiero a que sean 10 ó 15 minutos, que eso ya es una impuntualidad, llegan después de media hora o hasta una hora posterior a lo pactado.

Todos somos conscientes que llegar tarde no es correcto, pero no hacemos nada por evitarlo, lo dejamos siempre a la deriva y a la justificación de miles de cosas. Pero la contraparte también admite de alguna manera que es aceptable y deja que todo marche como si no pasara nada. Y mostrado está que aunque de trabajo se trate, hay retardos... y no les importa que les descuenten.

¡Tenemos fama a nivel mundial de que
somos de lo más impuntuales!

Lo peor de todo es que es parte de nuestra cultura. Así como los amigos se cuentan con los dedos de las manos, las personas que conozco que sí son puntuales también las cuento con los dedos de las manos. Atrévete a cambiar esto, sé aparte de algo nuevo, ¡no marches como pez en el agua!

Y por tratar de llegar a tiempo... miles de enfermedades por estrés, miles de accidentes...

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