martes, 6 de noviembre de 2012

La sobremesa

Tras la comida, la clásica sobremesa no se hizo esperar. Entre múltiples temas puestos en la mesa y tras agotar cada uno, viene uno más y en seguida otro más…

En algunos temas simplemente opinaba algo, en otros nada. Pero tras dar inicio a los temas que han estado entrañablemente relacionados por décadas a una tradición muy especial de la casa, mi atención fue capturada de una forma muy particular. No voy a mencionar cuál fue el tema, aunque duró básicamente la mitad de todo el tiempo de sobremesa. Lo que me interesa expresar es el motivo por el cuál me deleité al escuchar a la narradora, una hermosa mujer de edad avanzada y llena de tantas historias increíbles, o tal vez tan sencillas, pero con una capacidad de plasmar detalles llenos de vida. Acompañada de su esposo, otra excelente y hermosa persona, plasmaba detalles adicionales a las narraciones, haciendo que todo fue como decimos muchas veces, con lujo de detalle.

A lo largo de las narraciones, refrendé que es increíble escuchar a las personas que tras su voz proyectan vida y que esa proyección de vida revitaliza la de uno. Así como se puede aprender en cabeza ajena, también se puede vivir tras las experiencias que nos cuentan, tras las vivencias que nos comparten. No todo mundo tiene la capacidad de proyectar vida tras su habla.

Quiero destacar que tanto para la mujer como para su esposo ocupé el calificativo de “hermosa persona”. Es evidente que no lo estoy ocupando en el sentido físico, sino en el sentido de apreciar lo maravilloso de un ser humano, algo que debemos desarrollar día a día, algo que desafortunadamente cada vez que pasan los años vamos perdiendo, detalle que nos trunca de otro tipo de vivencias. A veces ni siquiera a nuestros padres y hermanos los vemos como personas hermosas.

Como dirían los matemáticos que mostraron que todas las mujeres son bonitas, donde para dos o más mujeres en el conjunto es comprobable. Si extrapolamos esto a toda la raza humana, entonces para dos o más personas en el conjunto, que es el planeta Tierra, todas las personas son hermosas. Nuestra ceguera de la vida diaria no nos permite verlo así. Nuestro ágape está en su mínima expresión. Hay que aprender a desarrollar el ágape.

No hay comentarios:

Publicar un comentario