lunes, 27 de agosto de 2012

El regreso a los mejores tiempos

La música, una de las más maravillosas creaciones del hombre, fuente de inspiración, creadora de sueños instantáneos, origen de poesías, impulsora de energías internas del cuerpo humano, generadora de una gran cantidad de sensaciones, obra maestra de muchos artistas, deleite de deleites entre acordes…

Los ritmos, lentos, rápidos, cadenciosos, folklóricos, acústicos, volátiles, inusitados, llenos de alegría, acompañados de humor, creados desde los sentimientos más insospechados del ser humano, resultado de grandes romances, hechos para los grandes sentimientos, representación de la naturaleza, producto cultural…

El círculo, un todo que no tiene principio ni fin, una representación de que todo vuelve a su origen cuando termina, la curva perfecta, el misterio, un símbolo de excelencia entre diferentes formas de pensar, una abstracción matemática con un valor universal infinito, vibración armónica constante…

La energía, el todo en el universo, el todo en el multiverso, la constante en todo lo que nos rodea y en todo lo que somos, presente en todos los mundos, presente en todos lados, presente en toda escala concebida, transformación eterna…

El hombre, un ser sobre la faz de la Tierra que siente la energía, interpreta la energía, visualiza la energía, genera ritmos a partir de la energía, encierra energía, crea música de la energía, genera energía de la música, que consciente o inconscientemente está en un círculo que recorre una sola vez en su vida, tarde o temprano se da cuenta que está marcado por aquellos ritmos que vivió y sintió en su niñez y en su juventud…

No importa cuantos ritmos nuevos se generen con el paso del tiempo, no importa qué clase de música esté de moda, no importa qué éxitos musicales surjan, no importa cuánto tiempo dure la moda de esa música, no importa si hay nuevas grandes voces, no importa si se rompieron los records de ventas, al final lo único que importa es que ese ser humano se da cuenta que los mejores ritmos siempre serán los de su niñez y los de su juventud, y tal vez, y sólo tal vez, tan sólo algunos cuantos en su adultez y resto de su vida.

Así, cada uno de nosotros, tarde o temprano volverá a su música de origen. Cada uno de nosotros siempre dirá que: la mejor música es la de nuestros tiempos

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