sábado, 9 de octubre de 2010

La esclavitud de expresión

En la práctica de la lectura se encuentran cosas, ideas, principios, formas de pensar, puntos de vista, proyecciones, ideales, entre muchas otras maneras de apreciar y juzgar cualquier cuestión relacionada a las acciones, pensamientos y acciones del ser humano.

La lectura no es fácil, sobre todo cuando se lee a autores que tienen un vocabulario amplio de nuestro español. La interpretación de las ideas tampoco es fácil. La aceptación de puntos de vista es aún más difícil. “A veces uno lee frases que pueden ir en contra de nuestros principios, allí es donde la censura se aplica” [*]. ¡Exacto! La censura debe aplicarse de manera personal a todas aquellas cosas que consideramos van en contra de nuestro juicio. Ningún gobierno debe aplicar la censura porque entonces generaliza el juicio de las personas considerándolas a todas por igual y ... ¡grave error! Las personas no somos iguales en nuestro juicio. La educación es diferente, nuestra apreciación es diferente, nuestros valores son diferentes.

Una censura aplicada desde desde fuera del contexto personal no es censura, es esclavitud de expresión. En muchas partes la censura realmente significa: “callar la verdad” o más fácil: “no lo digas porque me delatas”. Es evidente que la “censura” del político es generar “leyes” que no lo delaten.

¿Qué culpa tiene la expresión? Ninguna, no la castiguemos, no la esclavicemos, ¡hay que darle la libertad que se merece!

[*] Guillermo Cortés Robles.

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