miércoles, 20 de octubre de 2010

La atracción por lo ideal y más allá

Alguna vez se han preguntado ¿porqué tendemos a fijarnos en aquello que para la gran mayoría se considera atractivo? ¿Dónde radica esa forma “natural” de buscar lo atractivo? Algunos experimentos muestran que es parte de la naturaleza de los seres vivos.

Por ejemplo, se observó que unas aves tienen en el pico una franja roja, que cuando dan de comer a sus polluelos, éstos golpean el pico de su madre para que les dé de comer. Pareciera que el hambre de dichos polluelos es la que genera ese golpeteo, sin embargo no es así. Se determinó que la franja roja del pico es la causante del golpeteo. El experimento consistió en colocar una franja roja en un abatelenguas. Los polluelos lo golpeaban de la misma forma. Al incrementar a tres rayas rojas, los polluelos golpeaban más fuerte y más frecuentemente. Conclusión: las rayas rojas hacen que los polluelos entren en un estado de excitación, a mayor número de rayas, más fuerte es la excitación.

A lo largo de la historia de la humanidad, desde las estatuillas burdas hasta las refinadas esculturas griegas, existe la representación del cuerpo humano desnudo para reflejar la importancia de la sexualidad. Entre más refinado e idealizado esté el cuerpo, más atracción habrá. Esto es el equivalente a las rayas rojas que atrae a los polluelos. Entonces, mientras los egipcios logran por primera vez la proporción correcta del cuerpo humano, los griegos encuentran el cuerpo perfecto, con las posturas más sugestivas y las proporciones ideales en cada una de sus partes que equivalen a ver ¡un pico lleno de rayas!

Curiosamente no existe un cuerpo así de ideal en la naturaleza. La genética no lo permite. La marca de ciertos músculos en la espalda baja y hacia el cóccix, la longitud de los brazos ajustada a una proporción de un pecho con un plexo solar marcado y hundido, los músculos con determinado tono muscular y lograr determinadas posturas (giratorias) para proyectar mejor al cuerpo es como diseñar a un ser humano desde cero. No obstante, los griegos descubrieron estas proporciones y posturas, las cuales se explotan esencialmente en los medios publicitarios, colocando modelos que tengan aunque sea un solo atributo de los diversos que se plasmaron en miles de esculturas.

Así, por eso nos resulta a veces imposible dejar de ver un determinado anuncio. Por eso tendemos a buscar algo ideal, porque instintivamente lo tenemos marcado. Por eso la atracción, a veces irresistible, hacia una persona. Pero, ¿porqué no nos conformamos? Porque tendemos a buscar todos los atributos ideales, o al menos los que más se acumulen en una persona. Sin embargo, se concluye (y se ha comprobado) que nos gusta lo inexistente, nos gusta lo irreal, nos gusta lo fantasioso, nos gusta ir más allá de nuestra naturaleza.

¡Cuidado! Porque en esa travesía retadora a nuestra naturaleza, hay muchos que no regresan, ya sea porque se pierden (nunca lo encuentran) o se mueren (cirugías). La razón debería moderar nuestro instinto.

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