sábado, 1 de junio de 2013

Nada qué decir

Los días pasan, las actividades cotidianas fluyen como siempre, mil cosas surgen en el cerebro pero se desvanecen instantáneamente. La inspiración fluye en direcciones del conocimiento, más no en la dirección del ser. Así, atado en el silencio de la no ruta, la creatividad y el ego gozan de todo el poder.

A la vista de todos, eso es extraordinariamente aceptable, de hecho es natural. No obstante hay un bloqueo que no deja fluir nada. Los días siguen pasando hasta que finalmente surge la chispa de la alineación con el eterno Axkankayotl, sin pasado, sin futuro, solo este instante. Mantenerse no es fácil. Hay que trabajar en la eliminación del ego, hay que destruir a todos los Yoes que constituyen a la personalidad. Arduo trabajo que da apertura al silencio para dejar escuchar los sonidos maravillosos de la eternidad.

Nada qué decir es apertura. Nada qué decir es escuchar. Nada qué decir es romper con la monotonía de la rutina diaria y de lo que para todos es normal, e incluso exigible. Nada qué decir es encontrar el punto adecuado para escuchar. Nada qué decir es vivir hoy. Nada qué decir es saber lo que hay qué decir. Nada qué decir es todo.

¡Nada qué decir es mente!

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