El viejo refrán chino de “Cuando el alumno está listo, ¡el Maestro aparece!” es una máxima en la educación. Un alumno inquieto, interesado por aprender día a día, que es consciente de lo que se le ofrece, siempre será sobresaliente aunque salga de una escuela que no le ofrece todo a lo largo de su preparación. De nada sirve poner a un alumno con los mejores profesores del mundo si sus intereses están en otras cosas... seguramente reprobará o tendrá un promedio estándar o incluso se sentirá obligado a cumplir con algo que no es lo suyo.
Al cierre de un ciclo más, sigo dándome cuenta que a veces el alumno está perdido, y aunque uno hace el mejor esfuerzo por darle argumentos que incentiven su motivación, simplemente se marcha con la corriente, como pez en el agua. Pero algo que sí puedo decir es que el hacerlos darse cuenta que más allá del conocimiento formal se encuentra la razón de ser, es lo mejor que se puede obtener.
¡Hagamos que nuestros machtianis
se conviertan en machtianimejs!
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