jueves, 24 de febrero de 2011

La uetskayotl de la musa

Desde hace un año (o tal vez más) me di cuenta de que una musa se pasea a lo largo y ancho del lugar donde trabajo. Como fuente de inspiración, múltiples ocasiones me he puesto a divagar con su sonrisa encantadora e imaginado un sin número de grandes momentos apacibles tras la belleza de sus ojos y de su cabello. Para su corta edad, es de un vestir elegante y conservador, lo cual es algo muy raro en nuestros tiempos.

Para mi sorpresa y fortuna, muchas de las horas de la comida han sido bastante gratas pues, la musa llega al mismo lugar donde disfruto de excelentes comidas. Allí he podido conocer un poco más de ella, no solo por observarla, sino por comentarios de su mamá, persona también bastante agradable.

Las concomitancias en el área de trabajo ya no pasan desapercibidas, ahora van acompañadas de un agradable saludo, el cual al menos hace coincidir dos sonrisas: la sonrisa de la musa y la mía.

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