La primera frase sale bien, pero su continuación se dispersa. El inicio de una nueva idea más llega adelante, pero la dispersión continúa. Más cosas quieren escribirse, pero el contexto da paso a algo diferente. La bruma sega el poder de la redacción.
Las palabras del contexto se hacen sonar por doquier, mas la insistencia de la escritura se apodera nuevamente del teclado para aliviar, para relajar, para descansar... para escribir que las tenciones están latentes. Sin embargo la tormenta de ideas persiste. Algo en el fondo detona y hace notar que sin escritura, sin ideas, y aún en ese contexto, la paz debe reinar.
Los dedos fluyen y escriben, las ideas se centran en la expresión de lo no fluyente. Es un flujo sin fluir, pero deja pasar la idea de la inquietud de la escritura. Ahora la escritura fluye pero las ideas deben ordenarse. Ahora la escritura refleja consistencia, pero las ideas hay escribirlas en su momento adecuado...
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