jueves, 23 de julio de 2015

Sin ganas de escribir

A veces se tienen deseos de escribir mil cosas, pero no se sabe por dónde empezar. Mil ideas llegan abruptamente y todas parecen ser muy buenas y otras más excelentes, pero los dedos se limitan a estar en reposo sobre el teclado. Inspiración no falta, pero el cerebro se ancla en las miles de cosas y la lluvia de ideas se convierte en una tormenta desastrosa de frases que no dicen nada.

La primera frase sale bien, pero su continuación se dispersa. El inicio de una nueva idea más llega adelante, pero la dispersión continúa. Más cosas quieren escribirse, pero el contexto da paso a algo diferente. La bruma sega el poder de la redacción.

Las palabras del contexto se hacen sonar por doquier, mas la insistencia de la escritura se apodera nuevamente del teclado para aliviar, para relajar, para descansar... para escribir que las tenciones están latentes. Sin embargo la tormenta de ideas persiste. Algo en el fondo detona y hace notar que sin escritura, sin ideas, y aún en ese contexto, la paz debe reinar.

Los dedos fluyen y escriben, las ideas se centran en la expresión de lo no fluyente. Es un flujo sin fluir, pero deja pasar la idea de la inquietud de la escritura. Ahora la escritura fluye pero las ideas deben ordenarse. Ahora la escritura refleja consistencia, pero las ideas hay escribirlas en su momento adecuado...

¡El momento debe ser el correcto!

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