Una ocasión, platicando con un amigo, me comentaba que él abandonó la música más reciente porque la sentía “hueca”, sin sentido y totalmente fugaz: faltaba la propuesta creativa del intérprete, e incluso del autor. Es cierto, vivimos en una época donde la creatividad musical se está extinguiendo. No sé a qué se deba, me faltan muchos argumentos para responder, pero creo que algunos factores son la extinción de sueños, de fantasías, de mundos de color rosa y tal vez hasta de la pérdida de cierta inocencia en las generaciones actuales y hasta en nosotros mismos. La superficialidad moderna está matando a la música y al arte en general.
¿Qué cantante actual tiene impacto como lo fue José José, Juan Gabriel, Roberto Carlos, Napoleón, Diego Verdaguer, Julio Iglesias, Joan Sebastian, Emmanuel, Yuri, Daniela Romo, entre muchos otros? Y vaya que todos ellos fueron contemporáneos y sus éxitos eran no solo arrasadores, eran numerosos y con una energía única. Lo mismo sucede con los grupos musicales, aunque creo que algunas excepciones las tenemos con la música del norte: banda, quebradita, duranguense, cumbia texana, etc. Claro está, descartando gran parte de sus éxitos que fueron los éxitos de antes.
Indaguemos un poco sobre la composición y el ritmo musical. Hablemos de un Timbiriche que a finales de los 80s sus discos 7, 8 y 9 fueron prácticamente grandes éxitos. La composición musical en esos discos es única e inigualable. Pasemos ahora a un escenario extranjero: Michael Jackson y su éxito Billie Jean; esta pieza musical tiene un gran ritmo que también es inigualable. En ambos casos, el ritmo en esas piezas musicales es tan vigente como si se hubieran creado ayer, no tienen ningún toque de antigüedad, han pasado más de 20 años desde que aparecieron y son del gusto de las nuevas generaciones. ¿A dónde están las nuevas propuestas y las promesas musicales? Las pocas que hay solo tienen éxitos momentáneos.
Mientras tanto, ¡Arriba los 70s y 80s!