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lunes, 5 de octubre de 2020

Sobre la imposibilidad de que el futuro se convierta en axkankayotl

... El futuro es hoy ...

... El futuro nos ha alcanzado ...

... El futuro ya es una realidad ...

... El futuro está cerca ...

 ¿Cuántas veces hemos escuchado oraciones como las anteriores? Seguramente muchas veces. ¿Cuántas variantes existirán acerca de la misma idea? También seguramente muchas. Y generalmente todo esto hace referencia a que lo que pensábamos que estaría quizás a muchos años de distancia, resulta que en realidad ya se cuenta con ello.

Pero lo más extraordinario de estas oraciones es que todas son falsas. Sí. TODAS SON FALSAS. En primer lugar, el futuro no puede ser presente. El futuro siempre será algo que no es el ahora, estrictamente hablando, el futuro no existe. En segundo lugar, si por alguna razón eso que pensamos a futuro ya lo tenemos, entonces simplemente es presente. Ha pasado el tiempo necesario para que la idea, cosa, o lo que sea, se capitalice y se convierte en una realidad, en consecuencia, no es futuro, simplemente es presente. Tercero, nunca confundir que el futuro llega. Lo que sucede es que el tiempo pasa simplemente permitiendo que las cosas se conviertan en realidad. Cuarto, el futuro nunca está ni cerca, ni lejos, no hay forma de saberlo. Puede estimarse quizás, el tiempo que tendría que pasar para que tal vez y solo tal vez, las cosas pasen.

Curiosamente el tiempo que debe transcurrir es simplemente el continuo del presente al que estamos siempre atados, por lo tanto, nunca llegaremos al futuro. Estamos solo siendo conscientes de que tarde o temprano, con el pasar del tiempo, las cosas proyectadas, ocurren, pasan, se convierten en alcanzables. Solo eso. Así de simple. De ahora en adelante, cuando escuchen este tipo de oraciones, recuerden, son mentiras que ilustran la idea de algo que tarde o temprano llegará. El futuro solo es una proyección de nuestros cerebros acerca de algo que nos inquieta y queremos saber cómo sería. Y debe ser expresado en términos de incertidumbre: “¿cómo sería?”, porque nada es seguro.

¿El futuro es hoy? No, nunca, imposible.

El axkankayotl es lo único que es hoy, y es seguro.

jueves, 9 de febrero de 2017

Los días en que no es posible hacer algo

Hay días en que uno dice “no se puede hacer nada”. Y desde luego me pregunto: ¿realmente no es posible hacer alguna actividad? Quizás dirán que hasta dormir es hacer algo… y sí, es una actividad, la cuestión es si uno necesita dormir o es simplemente ocio. Pero, ¿por qué quisiéramos no hacer nada?

No hacer nada es no existir. Así de simple. Sin embargo existimos y podemos hacer alguna actividad. Creo que más bien el no hacer nada es no querer hacer cosas porque aunque seamos conscientes, simplemente ponemos excusas. Aquellas frases como “Sabia virtud de aprovechar el tiempo” y “No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy” dejan muy en claro que sólo hoy, sólo el día de hoy es suficiente para hacer las cosas. Decidir no hacer nada productivo es muy respetable, sólo no hay que quejarse después de que el tiempo no nos alcanza.

Asociado a nuestro día en que vivimos, asociado a nuestro único momento en que podemos hacer las cosas, asociado a nuestro Hoy y asociado a nuestro presente, la siguiente frase es verdaderamente interesante:

“Sólo existen dos días en el año en que no se puede hacer nada. Uno se llama ayer y otro mañana. Por lo tanto hoy es el día ideal para amar, crecer, hacer y principalmente vivir”.

Así que si en algún momento pensamos en que no se puede hacer nada, entonces no es posible existir porque no podemos estar en el ayer ni tampoco estar en el mañana. Y como expresan los Enanitos Verdes:

La muralla es el presente,
¡pasarla es desaparecer!

domingo, 11 de diciembre de 2016

El espejo negro

Alguna vez me puse a cuestionar seriamente cómo la tecnología nos encarcela, nos roba la libertad, nos aísla de la vida. Sí, basta y sobra con ver a nuestro alrededor para descubrir cómo todo mundo está con su celular completamente perdido en un mundo sin sentido, un mundo en el que prácticamente todo es basura, salvo por algunas cuestiones muy particulares. Por otro lado, los diversos avances tecnológicos no podemos evitarlos, pero creo que sí podemos regular su uso para evitar dejar de vivir.

En esta semana me puse a ver una nueva serie llamada El Espejo Negro (Black Mirror) y es altamente recomendable para dejar entrever cómo la tecnología nos puede impactar y llevar a extremos verdaderamente impensables. El primer capítulo de la temporada 1 es posiblemente el campeón de la serie, no obstante la gran mayoría de los capítulos son muy buenos.

Temáticas que involucran tecnología de redes sociales, análisis de sentimientos, inteligencia artificial, virtualización, psicología, órganos sintéticos, implantes, entre muchos otros temas no menos interesantes figuran como los actores fuertes en cada capítulo. Una serie para reflexionar sobre lo que puede pasar en un futuro cercano.

Aunque El Espejo Negro es simplemente una serie para entretenerse un rato, creo que todos hemos empezado a formar un espejo negro que tarde o temprano nos hará tomar la decisión de parar o perderse para siempre en la esclavitud de la tecnología. Y así como lo he expresado en diferentes entradas, aún sigo siendo un anti-social virtual, sigo prefiriendo un formato libre de saturaciones como lo es este blog.

La Razón del Ser se expresa mejor en este espacio
que en las redes sociales.

viernes, 29 de abril de 2011

El último Mimzy

Hace mucho tiempo nuestro planeta se enfermó. La gente se había aislado y hacía la guerra. El planeta temía, agonizaba, pero un gran científico nos quería salvar. Muchas veces lo intentó y sabía que solo podía intentarlo una vez más. Era la última...

Ahora, los extraterrestres andan por todos lados. Se desplazan rápidamente. Su apariencia no es muy amigable que digamos, tienen sistemas muy avanzados, experimentan de todo con los humanos en grandes laboratorios. ¿Qué intención tienen?

El científico que quiere salvar a la humanidad utiliza un complejo sistema de inteligencia con nano-bioelectrónica avanzada, cuyo único objetivo es identificar una molécula de ADN de cualquier ser humano sano. El problema es que en la actualidad no hay personas sanas. No obstante, el último sistema disponible para ello es enviado al pasado con el objetivo de encontrar una molécula de ADN humano totalmente sana.

El tiempo pasa y en los momentos más desesperantes, con tantos experimentos de los humanos para encontrar una cura, como de los extraterrestres experimentando con humanos, finalmente aparece de regreso el complejo sistema con el ADN esperado. Inmediatamente, el científico humano encuentra la cura.

¡Sorpresivamente, los humanos inyectan a los extraterrestres! ¿Por qué? Simple, no son extraterrestres, ¡son humanos con trajes especiales para protegerse de las enfermedades que extinguen a los humanos! Los extraterrestres que experimentaban en sus grandes laboratorios con humanos, eran en realidad humanos sanos, pero sin el ADN requerido, experimentando curas para humanos enfermos.

En la otra cara de la historia, Noah y Emma son dos hermanos pequeños que descubren una caja de juguetes a la orilla de la playa. Cristales, caracoles, piedras y un conejo de peluche es el contenido de dicha caja, pero estos juguetes les permite a estos niños, especialmente a Emma, hacer cosas increíbles, desde escuchar el sonido de los insectos, flotar, desarrollar telepatía y crear campos magnéticos a partir de la piedras que se suspenden en el aire (y consumir todo tipo de energía, principalmente eléctrica). El conejo de peluche contiene el complejo sistema enviado del futuro.

El conejo que estos niños tienen es el último,
enviado del futuro, y se llama Mimzy.

Un planteamiento interesante, donde el concepto de extraterrestre es simplemente un humano enfermo que utiliza un traje especial para mantenerse a salvo.

¿Es posible viajar al pasado? La teoría actual dice que NO. Se ha comprobado que solo es posible viajar al futuro. ¿Viajarías sabiendo que no es posible regresar?

[The last mimzy. New Line Cinema.]

viernes, 16 de julio de 2010

Sustentabilidad: el mundo del CO2 y de la indiferencia

La semana pasada vi un documental en el canal 28 sobre el calentamiento global. Esencialmente se explica que cada uno de nosotros generamos al año la grandiosa cantidad de 10 toneladas de CO2, producto de la vida moderna: televisión, radio, refrigerador, calentadores, aire acondicionado, luces de navidad, computadoras, impresoras, DVD, CD, automóviles, estufa, microondas, etc. Por otro lado, entre más basura se genera también se produce CO2 debido a la descomposición.

¿Se saturará la atmósfera de CO2? Pues resulta que no porque aún y cuando el porcentaje de CO2 aumenta cada día, los excesos se disuelven en el agua, así, el mar esencialmente se encarga de regular esta parte, aunque en realidad lo que sucede es que se acidifica el agua. El resultado es entonces un veneno para las especies marinas. Como el CO2 obscurece la superficie de la Tierra, el efecto invernadero se encarga de derretir los polos y se disminuye la cantidad de reflexión de luz que el planeta por naturaleza tiene para liberar el calor. Al incrementarse el nivel de zonas obscuras por haber menos hielo y más agua, la energía se queda atrapada en el planeta por efecto de la teoría de Cuerpos Obscuros.

Se calcula que el calentamiento en este siglo será de 2 a 6 grados y esa simple variación causará muchos desastres en todo tipo de ecosistemas. Por ende, al ser nosotros dependientes de todos ellos, corremos peligro, pero no de adaptación sino de nosotros mismos que al no contar con el mismo tipo de recursos seguramente estaremos tratando de quitárselos a quien los consiga. No sé porqué esto me recuerda la película de Charlton Heston: Cuando el destino nos alcance.

Las energías alternativas como la del mismo mar, el viento y la solar son las que toman primordial importancia para minimizar el daño. Nuestra cultura es también un factor decisivo en minimizar nuestras emisiones de CO2 al tomar conciencia de utilizar cada vez menos nuestros electrodomésticos y automóviles. No obstante, la re-educación de personas no es una tarea fácil. Allí está el problema, es más fácil actuar e influir sobre nuestros descendientes, al menos ese es un compromiso que todos podemos hacer.

Indistintamente del calentamiento global, recordando otros documentales sobre la actividad del clima en la faz de la Tierra (vistos en el Canal 22), resulta que la Tierra ha tenido tres períodos fríos. Así es, de hecho este período en el que vivimos se registra como el más frío de los tres. Entonces, si en otros períodos del planeta la vida ha sido esplendorosa con grandes animales y vegetaciones con un clima más caliente, ¿porqué preocuparnos de lo que va a pasar? Es una pregunta un tanto retadora y al mismo tiempo de reflexión. Previamente cuestioné a qué jugábamos tratando de salvar a nuestro sitlaltsitsimitl Tierra. Expresé claramente que al planeta no le va a pasar nada, a quien le va a pasar es a los ecosistemas de los cuales dependemos y por ende nosotros podríamos extinguirnos. La definición de planeta no incluye seres vivos, por lo tanto no se trata de salvar al planeta, se trata de salvarnos a nosotros mismos.

¿Cuántos vamos a tomar el compromiso de separar la basura? Esto se ha quedado en el olvido, salvo en algunos lugares. Corrijo, no está olvidado, es más bien flojera, al fin que mientras la saque de mi casa ya la hice. ¿Cuántos vamos a tomar el compromiso real de consumir menos energía? Hay mucha publicidad, pero como dicen: “por un oído entra y por el otro sale”. ¿Cuántos vamos a dejar nuestro coche en casa y tomar el transporte público? Que horror, con tanto carro viejo que se mueve de milagro. Sí pero no somos capaces de protestar y los usamos cuando no nos queda de otra. ¿Cuántos vamos a desconectar nuestros electrodomésticos para que los leds no funcionen? Que flojera, conectar y desconectar, si hay cosas más importantes como irse a emborrachar (o díganme si me equivoco, ya que hasta porque la mosca voló: ¡salud!). ¿Para qué me preocupo del CO2? Si al fin y al cabo la Tierra aguanta y como dicen los estudios, no nos va a pasar nada si respiramos más CO2, así que los de adelante que lo resuelvan: ¿tus propios hijos? ¿Cuántos realmente tenemos o no el compromiso con nosotros mismos de garantizar la existencia de nuestra especie? Pretextos sobran.

Por otro lado, la parte “sustentable”. Ahora en todos lados esto es una moda. Algo sustentable es aquello que garantiza las mismas condiciones que ahora tenemos, según lo que se sabe. Si bien es interesante este tipo de filosofía, no todos están de acuerdo en ello, ya que la parte sustentable no es en esencia ese algo, sino que está implícito en quien lo usa y la responsabilidad social que implica en cada uno de nosotros. Y esto por cultura no se cumple, o al menos no como se espera.

Sustentable significa que se puede defender con razones, conservar algo en su ser o estado. ¿Qué defendemos? ¿Qué conservamos? Nos hace falta mucho. La ingeniería sustentable suena interesante pero con todas nuestras costumbres, vicios e indiferencia lo único que es sustentable (y engrandeciéndose) desafortunada y evidentemente es el mundo del CO2.

No digo que los esfuerzos de preservación y la sustentabilidad no sirvan, solo cuestiono el nivel de conciencia y compromiso que tenemos al respecto.

sábado, 5 de junio de 2010

¿Tú qué harías?

Hay una canción de Diego Verdaguer llamada “Usted qué haría” que, indistintamente del éxito que alcanzó, plantea una situación interesante y que muchos quisieran que fuera posible: detener el tiempo, regresar al pasado y corregir todo tipo de errores que se cometieron, esencialmente errores con la pareja y sobre todo la infidelidad.

Alguna vez mencioné que toda decisión tiene como precio el ser, hacer y tener. Nacemos con una serie de cualidades que nos definen y que poco a poco se moldean hasta ser lo que somos. A partir de ello hacemos acciones que reflejan nuestra esencia y finalmente obtenemos como resultado la cosecha de lo que sembramos. No hay otro camino.

Sin embargo, el tiempo es valioso, irrepetible y único. Independientemente de las decisiones tomadas, el tiempo pasa, no cuestiona, es silencioso. Tarde o temprano, se toma conciencia del tiempo. Posiblemente aparezca la frase: “si tan solo pudiera regresar el tiempo” o alguna parecida, pero estoy seguro que al menos el 95% de las personas lo ha pensado. ¿Qué se gana si en realidad el tiempo se pudiera regresar? ABSOLUTAMENTE NADA. Les aseguro que como ya somos lo que somos, haríamos lo mismo. Recuerdo vagamente a principios de los 80 un comercial en la radio que abordaba este tema y terminaba con una frase excelente:

Sabia virtud de aprovechar el tiempo.

Sí, sabia virtud que no solo impacta en el tiempo, impacta en el logro de cada una de las personas, en eso a lo que tanto me refiero con tener. Pero aparece la parte complementaria al problema: muchas personas quisieran tener una vida eterna para lograr cosas y sobre todo una muy especial: no morir. ¿Miedo a la muerte? Si es así, ¿porqué? No lo sé. Indistintamente de la razón, también es una realidad que muchas personas están muertas en vida. Me parece que estar muerto en vida es peor que morir físicamente. Y como dice la canción de Diego: ¿Tú qué harías?

No tengas miedo a la muerte,
ten miedo a la vida sin vivir.