Tengo mil cosas qué hacer, pero tengo también que darme tiempo para expresar el sentido de la vida mezclada con un poco de contemplación.
El día de hoy me
tocó dar el resultado de una calificación bajo circunstancias especiales ya que
la persona tuvo ausencia de medio semestre por cuestiones laborales. Pero sus
antecedentes de rendimiento académico fueron muy buenos. Mantuvo una participación
con su equipo resolviendo incluso parte del problema en cuestión, generando resultados
interesantes que sus compañeros de equipo no podían explicar. Mi propuesta fue
muy clara, ofrecerle la acreditación con el mínimo. La respuesta fue bien
recibida desde luego. Sin embargo, la historia no acaba allí.
Ante los
comentarios de que le ha gustado el mundo de la temática de la materia, y ver su inquietud
sobre aprender aún más, le hice el ofrecimiento de que podía venir en algún
rato libre a acabar de aprender. Esas palabras bastaron para que no solo expresara
una sonrisa, no solo expresara gusto, sino expresara un cúmulo de emoción y
alegría de que podría seguir aprendiendo. El contraste es interesante porque la
expresión de acreditar su materia respecto a la expresión de la oportunidad para
aprender fue completamente abismal.
Este tipo de
reacciones son las que dan sentido a la vida y las que complementan con certeza
que hay personas que necesitan un empuje para que posiblemente puedan iniciar
una travesía que ni ellas mismas se imaginaron. Esa respuesta de emoción me
confirma que la decisión que tomé fue la correcta. Posiblemente he cazado un pequeño talento
que puede dar resultados impresionantes en lo futuro, y sobre todo en un área que
generalmente por parte de los estudiantes se presume complicada. Hoy, una vez
más, he visto una respuesta que obedece más que nada a la inquietud y a la sed
de aprender. Ante esto, lo demás es nada.
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