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domingo, 11 de diciembre de 2016

El espejo negro

Alguna vez me puse a cuestionar seriamente cómo la tecnología nos encarcela, nos roba la libertad, nos aísla de la vida. Sí, basta y sobra con ver a nuestro alrededor para descubrir cómo todo mundo está con su celular completamente perdido en un mundo sin sentido, un mundo en el que prácticamente todo es basura, salvo por algunas cuestiones muy particulares. Por otro lado, los diversos avances tecnológicos no podemos evitarlos, pero creo que sí podemos regular su uso para evitar dejar de vivir.

En esta semana me puse a ver una nueva serie llamada El Espejo Negro (Black Mirror) y es altamente recomendable para dejar entrever cómo la tecnología nos puede impactar y llevar a extremos verdaderamente impensables. El primer capítulo de la temporada 1 es posiblemente el campeón de la serie, no obstante la gran mayoría de los capítulos son muy buenos.

Temáticas que involucran tecnología de redes sociales, análisis de sentimientos, inteligencia artificial, virtualización, psicología, órganos sintéticos, implantes, entre muchos otros temas no menos interesantes figuran como los actores fuertes en cada capítulo. Una serie para reflexionar sobre lo que puede pasar en un futuro cercano.

Aunque El Espejo Negro es simplemente una serie para entretenerse un rato, creo que todos hemos empezado a formar un espejo negro que tarde o temprano nos hará tomar la decisión de parar o perderse para siempre en la esclavitud de la tecnología. Y así como lo he expresado en diferentes entradas, aún sigo siendo un anti-social virtual, sigo prefiriendo un formato libre de saturaciones como lo es este blog.

La Razón del Ser se expresa mejor en este espacio
que en las redes sociales.

sábado, 3 de abril de 2010

El fastidioso y nefasto horario de verano

1994: inicia su gobierno Ernesto Zedillo. 1996: primer año del horario de verano. Motivos oficiales: ahorro de energía. Motivos extraoficiales: apego a políticas gringas, bolsa de valores, acuerdos diversos por economía y conveniencia de no sé quienes, etc.

2000: inicia su gobierno Vicente Fox. 2001: único año en donde el horario de verano se acortó de 7 a 5 meses. Motivo: respuesta a las críticas de dicho cambio de horario y solución (aparente) al conflicto ya que posteriormente todo lo remite al Congreso y va de nuevo: 7 meses.

La realidad del horario de verano (y de cualquier otro tomado como referencia en nuestra vida moderna) es que esto es un atentado a nuestra biología y por consecuencia a la naturaleza como ser vivo. Simplemente, como seres vivos respondemos a la presencia de luz solar. Entre más sol tenemos es natural despertarse más temprano y viceversa. Los problemas asociados y que se reflejan fuertemente en nuestro organismo van desde un evidente cambio de horario en nuestros alimentos (¡cuidado para quienes son extremadamente sensibles a las horas de comida!), repercusiones esencialmente en niños y personas mayores que tiene un ciclo de respuesta más apegado a la luz del sol, hasta situaciones donde no es posible dormir porque una hora de diferencia marca también una diferencia entre calor y frescura.

¿Resultado? MÁS ESTRÉS. Si de por sí nuestra vida moderna es un estrés impresionante, échenle más leña al fuego por desajustes provocados por movimientos de horario. No cuestiono los beneficios como País, pero cuestiono los resultados en nosotros como seres vivos. Tampoco nos vamos a morir, pero sí nos repercute en nuestra salud: ansiedad, psicología, etc.

Como no es nada agradable, he implementado una solución. Y aclaro, es una solución muy personal que me funciona y porque tengo la libertad de hacerlo sin perjudicar a terceros. La solución la implementé a partir de la de papá, quien inició esto también de forma personal.

No hago ningún ajuste de reloj cuando llega el horario de verano. Siempre vivo con la misma hora regular. ¿Cómo le hago para mis compromisos? Desde luego tengo que hacer una traducción de horas, pero es sencillo: solo resto una hora a la hora que me dicen. A muchos les puede parecer complicadísimo, pero conmigo funciona.

Laboralmente, tengo la fortuna de poder programar mi horario semestre a semestre. Y todo lo dejo exactamente repartido de tal forma que aunque llegue el horario de verano, en mi reloj siempre entro y salgo a la misma hora. Listo.

Si el horario de verano se hubiera quedado de 5 meses, creo que gustosamente podría (mas no lo aseguro) cambiar mi reloj, porque del mes de mayo al mes de septiembre el sol sale más temprano, pero tenemos un abril y octubre que no obedecen a las mismas condiciones solares (y climáticas).

Psicológicamente (para mí) es agradable saber que es más temprano y ya. Pero saber que es más temprano y al mismo tiempo más tarde y de pilón prende la luz porque está aún obscuro...

¡Vaya, que tlajtolilochtilistlis!