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martes, 5 de junio de 2012

¡No corras, no te olvides!

Con la vida loca que cada uno llevamos, más del 95% del tiempo andamos corriendo, a las prisas, agitados, con mil pretextos para centrarnos en lo que creemos es primordial: el trabajo. Atrás de todo esto, se ocultan grandes problemas como adicción al trabajo, se evita afrontar problemas reales como los del matrimonio, enfermedades que requieren atención psiquiátrica, alteraciones nerviosas, etc. Y esos pequeños detalles del diario se reflejan en un estrés que afectan el cuerpo, la mente, el interior y que sólo hasta que hay una alteración corporal es cuando sale la pregunta: ¿Por qué? ¿A qué se debe? Entre muchas otras preguntas similares.

En una entrada previa: Tekipanoa y equilibrio, hablé de siete cosas que no hay que olvidar jamás para mantener tu equilibrio. Date la oportunidad de descansar, date un espacio en donde te conviertas en el espectador de tu mundo, siente por un instante qué es la vida.

Te puedo asegurar que detalles tan valiosos que hacías con tu familia, con tu pareja, con tus amigos, que tal vez por novedad fueron tan frecuentes, que hoy te escudas nuevamente en que hay mucho trabajo y que por eso no tienes tiempo de hacer una pequeña llamada de 5 minutos, tampoco una charla pequeña 3 minutos con un amigo, y ni siquiera para un ¿cómo ha estado? (aunque lo veas diario). Es más, te puedo asegurar, si eres fanático de las redes sociales, que ni siquiera dices hola a ese amigo, pareja, familiar, a menos que sea para un chisme relacionado con tu trabajo… Y si tienes la oportunidad de tener tanta tecnología en mano, como un celular, ya ni mandas mensajes tan frecuentemente como la hacías. Seguramente que después de 30 mensajes le contestas, y eso “para que no diga”. ¿Al menos te comunicas por correo electrónico?

¡No corras! Aprende a vivir la vida. ¡No te olvides! Los detalles más insignificantes son los que valen la pena expresar, no omitas lo que parece obvio, porque no lo es. En la medida en que te olvidas de esos detalles es en la medida en que te has olvidado de ti mismo, es en la medida en que te has perdido en una vida sin vivir.

Aprende a vivir hoy, y no lo dejes para el final de tu camino, para cuando estés en agonía. Vive hoy, en este instante. No hagas de tu trabajo el centro de tu vida...
...el centro de tu vida eres tú.

lunes, 14 de marzo de 2011

Entre la conciencia y la consciencia

A lo largo de las múltiples entradas que pueden encontrar en este blog, he utilizado la palabra conciencia y consciencia. Algunas veces he utilizado más una que la otra y un día alguien me preguntó acerca de su uso. En aquella ocasión argumenté algunas cosas, pero en realidad nunca me puse a discernir las diferencias precisas y profundas de lo que implican estas dos palabras.

El diccionario de la Real Academia Española (RAE) define la conciencia como la propiedad del espíritu humano de reconocerse en sus atributos esenciales y en todas las modificaciones que en sí mismo experimenta. También se refiere al conocimiento interior del bien y del mal; al conocimiento reflexivo de las cosas; y a la actividad mental a la que solo puede tener acceso el propio sujeto.

Pasando a la palabra consciencia, el RAE la define como el conocimiento inmediato que el sujeto tiene de sí mismo, de sus actos y reflexiones; así como a la capacidad de los seres humanos de verse y reconocerse a sí mismos y de juzgar sobre esa visión y reconocimiento. También, esta palabra se refiere a la propia conciencia.

Es factible argumentar que son sinónimos, el propio diccionario así lo permite. Además, si observamos detenidamente, la conciencia distingue lo bueno de lo malo, mientras que la consciencia es la parte de juicio sobre eso que es bueno y malo.

En resumen, lo que uno hace en forma razonada (en mayor o menor medida) es conciencia y si juzgamos eso que hacemos es consciencia.

Finalmente, lo que he mencionado sobre pensar, razonar, meditar, discernir, es conciencia. Seamos concientes, seamos seres pensantes, ¡despertemos del letargo! Y si te portas mal, ¡no te espantes si te habla la voz de tu consciencia!

La razón de Ser es conciencia pura,
la razón del Ser es conciencia + consciencia.

De nada sirve ser conciente,
¡si no tienes consciencia!

martes, 8 de febrero de 2011

Nano-tratado de Libertad

Recientemente me encontré algo que es bastante interesante sobre la libertad. Pero antes, en el diccionario esta palabra se define como: “Facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos”; y entre las variantes, aparece también como “privilegio”.

En el contexto en que vivimos, nuestra parte externa, los conceptos aplican excelentemente bien (aunque suene redundante). Pero en el contexto del Ser (nuestros valores), ¿cómo aplica? Bien, digamos que si somos capaces de ver la película de nuestra vida o de nuestras experiencias más impactantes, tanto positivas como negativas, y simplemente podemos retirarnos de la “sala de cine” y continuar con nuestras vidas sin mayor exaltación, somos libres.

Sí, nuestra libertad interna se define en términos de cuántas cosas arrastramos. Esto es una verdadera (y probablemente la única) razón de Ser y del Ser. ¿Eres libre? ¿Tienes tlanemakayotl? He allí lo iuani.

martes, 21 de septiembre de 2010

Generación de hábitos (.2.)

Muchas veces he escuchado frases como “tiene el hábito de fumar después de comer” y “tiene el vicio de correr sobre el pasto”. Si bien en ambos casos se pueden sobreentender, son totalmente incorrectos. Un tlamanatilistli es una actividad positiva, que deja cosas buenas (en todos los sentidos) hacia quien lo hace. El vicio es todo lo contrario. Entonces, las expresiones correctas deben ser: “tienen el vicio de fumar después de comer” y “tiene el tlamanatilistli de correr sobre el pasto”.

No hay que olvidar que un hábito es una conducta repetitiva que se vuelve inconsciente. Pero sabiendo que un hábito y un vicio se generan de la misma forma, hay que poner atención en qué actividades estamos haciendo para catalogarlas de una forma u otra. Como lo había comentado previamente, la toma de consciencia nos permite distinguir lo bueno de lo malo, por consecuencia, si no se toma consciencia, no será posible distinguir qué actividades son positivas para generar hábitos, de aquellas que son negativas y que generan vicios.

Cuando una conducta es constructiva, se tiene un tlamanatilistli y cuando ésta no es constructiva se tiene un vicio. Con esto, entonces no deben expresarse frases como: “tiene el mal hábito de...” o peor aún: “tiene el buen vicio de...”.

¿Qué tlamanatilistlis tienes? ¿Qué vicios tienes? ¿Eres consciente de ambos? ¿Pones atención a lo que haces? Seguramente no es así porque te dejas llevar por la vida (que los otros hacen) y crees que todo marcha muy bien, crees que las cosas son así porque así deben ser, piensas que es normal y ¡piensas en tus vicios como un hábito! Si es así ¿porqué? Simple, no has tomado consciencia. Si no tomas consciencia no podrás generar hábitos y eliminar vicios.

¿Quieres generar nuevos hábitos? Entonces toma consciencia y repite varias veces al día y por varias semanas las cosas, así podrás transformar tus actividades paulatinamente en un hábito. Esa es la clave, repetición, repetición, repetición... A demás te sirve de aprendizaje.

Se dice que el primer hábito, el más importante de todos y ante todo, es repetir y tomar consciencia de la frase: “Yo soy responsable de mi propia vida”. Capta el mensaje, reacciona y no sigas como pez en el agua.

domingo, 22 de agosto de 2010

Tomando conciencia (.1.)

La autoconcretización es una de las cosas que toda persona debe hacer. Simplemente consiste en que uno mismo sea concreto, es decir, manejar solo cosas esenciales, una a la vez. También es importante la conciencia moral, saber identificar las acciones que están asociadas a la bondad o a la malicia (es increíble, pero hay personas que no distinguen esto). La imaginación creativa, asociada a la representación de imágenes reales o ideales no solo para resolver problemas, sino además para crear nuevas cosas: una cualidad imperante en la conciencia de las personas. La fuerza de voluntad, o sea, decidir y ordenar la propia conducta, esto lleva a un libre albedrío, donde domina la reflexión y la razón.

Los cuatro elementos anteriores, por sencillo que parezca, no es fácil llevarlos al nivel de la conciencia. Se dice que la rectitud, que lleva a la equidad y la justicia, así como la dignidad humana, son ambas el resultado de tomar conciencia.

¡Qué fácil! Bien, ¿porqué no hacerlo? Una persona conciente sabe lo que hace, una persona conciente toma decisiones acertadas, una persona conciente actúa y define con claridad hacia dónde va, una persona conciente comparte, una persona conciente distingue los peligros y las oportunidades con gran facilidad. Las decisiones efectivas dan enfoque, se distingue claramente lo que sucede y permiten saber qué hacer en cada momento.

Lo dicho en el preámbulo se cumple, esto es solo el inicio. ¿Quieres ser conciente? Entonces domina tus emociones, domina tu fisiología, domina tu parte social, domina tu economía (no es imposible) y domina tu tiempo. Para todo esto se requiere educación. ¿Qué has aprendido? Seguro que casi nada, tal pareciera que las experiencias de la vida no te importan.

Hay un comercial que dice varias veces: ¡Despierta! El secreto: hay que intimar (ojo, no se trata de intimidar, eso es otra cosa), así que hay que introducirse en el afecto o ánimo de los demás (si es que te interesa). ¿Somos capaces de tomar yolixtli? La estadística dice que el 95% de las personas no toma conciencia (y nótese que es considerando los cuatro elementos citados al principio).

Me parece que el mensaje es claro, si capta o no, depende de cada quien.

Esta introducción es solo eso, una introducción. Plotino dijo que estamos a la mitad del camino. ¿Porqué no concluirlo? ATRÉVETE, lo único que puedes ganar es ser una mejor persona (con todo lo que conlleva), si pierdes no pasa nada, ya estás perdido(a) entre el 95% de las personas fluyendo como pez en el agua.