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miércoles, 24 de febrero de 2016

Los lacitos

Recuerdo que cuando estaba chico e iba a la tienda con mi mamá, y sabiendo que pasábamos a comprar a la “Tienda Grande” (nombre oficial: Abarrotes La Única), me encantaba ir porque seguro podía adquirir golosinas, especialmente los lacitos de diferentes sabores. Mis sabores favoritos eran fresa, naranja y limón. Puedo decir que eran de un sabor único. De hecho eran una diversión porque el lazo venía con una longitud bastante grande, tal vez de un metro y todo enrollado y eso era motivo suficiente para la imaginación.

A cuatro décadas de esos grandes momentos, hoy me encuentro con los lacitos en una prestigiada tienda clásica que hay en todas las plazas que abre desde las siete de la mañana y cierra a las diez u once de la noche. Y evidentemente no pude esperar a comprarlos. Los encontré con el nombre de “Lacitos Creatable”. No recuerdo el sabor de los lacitos de aquellos años, pero puedo decir que el sabor de estos no es nada despreciable.

Para todos aquellos que les fascina la golosina, puedo decir que los disfrutarán. Mientras tanto, estas líneas las he escrito acompañado del sabor de los lacitos.

sábado, 2 de agosto de 2014

La lagartija a la tlamiktia de la tlauili roja

Mirada fija, quietud total. Posición relajada y expectativa total. ¿Qué es?

Tras indagar un poco y encontrarle “la cuadratura al círculo”, la respuesta llegó de forma inmediata: ¡una pequeña lagartija ubicada en la esquina de la habitación!

Tenía a mi alcance un apuntador láser y lo prendí para intentar hacer que se moviera la lagartija. Apunté directamente sobre los ojos y no hubo movimiento alguno (pensé que quedaría “deslumbrada”). No obstante la respuesta fue inesperada: moví lentamente el apuntador y la lagartija empezó a seguirlo. Hice un movimiento más rápido y la lagartija aceleró su paso. ¡Y la diversión dio inicio!

Tras hacer varias figuras imaginarias con el apuntador láser y con una mascota instantánea siguiéndolo por toda la pared (mi esposa quiso tomar foto pero no fue posible), la lagartija se detuvo. Ya no siguió el apuntador. Sospecho que se dio cuenta de que era un juego y nada bueno iba a obtener. Intenté varias veces hacer que siguiera el láser del apuntador y no hubo respuesta. La diversión había terminado.

¡Y la lagartija no se movió hasta que la perseguí por toda la habitación!

A veces perdemos el sentido de la diversión con lo más insignificante (aunque haya un apuntador láser), nuestro estrés nos hace olvidar que podemos divertirnos con casi nada. Debemos tratar de retomar, y posiblemente de desarrollar nuevamente, esa capacidad. La naturaleza nos ofrece todo, pero con la tecnología en mano nos perdemos y olvidamos. Valoremos los instantes de la diversión a la antigua.

jueves, 5 de agosto de 2010

La nemilistli: el juego donde solo se juega, no se gana

Todos jugamos diversos juegos en diferentes ocasiones a lo largo de toda la nemilistli. Hay quienes juegan sanamente y hay quienes juegan los juegos más peligrosos y atrevidos en donde se arriesga la nemilistli, como lo es una apuesta o llegar a extremos de una ruleta rusa. Si bien los deportes extremos tienen un alto riesgo, es parte de lo que muchos acostumbran para ponerle algo de “sabor” y “sentido” a la nemilistli.

Una pregunta esencial en esto es ¿hasta dónde se juega para ganar? Se gana en las canicas, se gana en el trompo, se gana en un juego de damas chinas, se gana en el ajedrez, se gana en un partido de lo que sea, etc. ¿Se gana en un deporte extremo? Puede ser fácil responder o tal vez sea complicado. El punto no es ver si se compite, si no más bien lo que se gana.

Indistintamente de si se gana algo o se gana el juego, curiosamente todos estamos involucrados en un juego donde solo se puede jugar mas no ganar. Se pueden generar estrategias para avanzar, para ser más competitivo, cuidarse de no estar en desventaja, etc. Las reglas son simples, solo hay que tomar las mejores decisiones. Este juego tan divertido y entretenido para muchos es también un infierno para otros más. Hay quienes desisten del juego, sabiendo que nunca podrán ganar (y que tristeza) se dejan vencer. Otros por imprudencia interfieren con el juego de alguien más llegando incluso a eliminarlos de dicho juego.

Este juego es el juego de la nemilistli. Hay personas a las que les gusta la paradoja de las damas inglesas, avanzando paso a paso, decisión tomada no hay marcha atrás. Cuando se llega a la cumbre se puede mover en todas direcciones. Hay otros que prefieren ver la nemilistli como el juego de la marmota, donde todo se repite para volver a comenzar en cada ciclo que termina y dicen que no debe uno ver lo que termina, sino lo que comienza.

El sábado pasado me tocó darme cuenta por enésima vez de que mi juego puede acabar en cualquier instante a causa de otras personas. Un mal jugador (en este caso alcoholizado) no solo pudo haber salido del juego, también puso en desventaja a sus hijos, a mi y a otra persona. La nemilistli no se juega con alcohol. La imprudencia fue la única ganadora en todo esto.

Y como en la paradoja de la marmota, lo que ha comenzado para mí es simplemente una etapa de nuevas metas y objetivos. Bien dicen los del desarrollo humano que solo aprendemos de dos formas: por alta repetición o por un fuerte impacto (físico o emocional).