Mostrando entradas con la etiqueta esclavitud. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta esclavitud. Mostrar todas las entradas

sábado, 1 de marzo de 2014

VRCV: la vida real de la convivencia virtual PARTE II

Esta segunda entrada de VRCV es visual. Increíblemente la convivencia real se ha subordinado a la virtual.

¡Nota: cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia!

sábado, 15 de febrero de 2014

VRCV: la vida real de la convivencia virtual

Ayer por la mañana, en el almuerzo clásico con los amigos del trabajo, se hizo un comentario acerca de cómo la gente con acceso a la tecnología se está convirtiendo en robots. Me refiero a personas completamente desprendidas de la realidad por estar no sólo en redes sociales y correo, sino además por atender todo tipo de alertas y avisos que salen de todas las aplicaciones habidas y por haber.

Hagamos un recuento de las situaciones: plática entre dos amigos con celular en mano, plática con dos personas de trabajo y su celular en mano, comida con tu novia o novio y el celular de por medio, sala de cine y muchas personas contestando celulares (ya ni siquiera es el timbre), reuniones familiares y la mitad de la familia con celular en mano, chisme de pasillo y de pilón el celular en mano publicando el chisme, misa y celular en mano (¿será para rezar?), fila de bancos y celular en mano (y no entienden ni aunque les llamen la atención los ejecutivos), etc., etc., etc. Y ya ni decir de todo el mundo de distracción que provoca este fenómeno: choques por ver las alertas del celular, robo de autos por distractores de celular, asaltos por caminar con atención al celular, y etc., etc., etc.

Así es, en toda reunión o plática está siempre presente el campeón de la atención: el celular. Si observamos a nuestro alrededor, nos vamos a dar cuenta que es cierto, que cada persona está embobada con su celular haciendo mil cosas, y no importa con quién esté platicando. Y lo peor de todo es que si las computadoras nos dejan ciegos, ya ni qué decir de los celulares que poco falta para ponerlos de pupilentes y entonces sí perder todo sentido de la realidad. Yo llamo a esto el fenómeno VRCV: la vida real de la convivencia virtual.

No se trata de no usar la tecnología, pero considero que es importante mantener nuestro equilibro con las personas, con nuestros seres queridos. Hagamos consciencia de que la tecnología es para ayudarnos, no para esclavizarnos.

Continuando con lo comentado en dicho almuerzo, el mismo compañero dijo: “Hemos acordado que el fin de semana es para nosotros, el celular se apaga y si acaso se ocupa como teléfono ordinario; ocasionalmente es útil: cuando quieres un mapa porque vas de paseo pero hasta allí. No redes sociales ni aplicaciones”. ¡Qué bien, al menos una persona consciente entre el grupo!

¿Y tú convives con las personas o convives con la tecnología?

jueves, 14 de marzo de 2013

El principio de la hoja en blanco

A una década de haber tenido la maravillosa oportunidad de haber tomado aquel famoso curso de desarrollo humano, por diversos eventos que acontecen día a día, lo aprendido siempre viene a la mente con el propósito de reestablecer la ética del carácter. Sí, la ética del carácter. Y lo repito nuevamente: la ética del carácter.

El principio de la Hoja en Blanco es muy simple. Sólo ubiquémonos en la época de la pluma y su tinta… ¿Qué sucede cuando no hayamos una idea clara de lo que queremos expresar en un simple escrito? Así sea una simple línea, una frase, un párrafo o un poco más, si cometemos un error, no lo podemos borrar, simplemente tomamos una nueva hoja en blanco y volvemos a comenzar. ¿Qué pasa si justo en la última palabra comentemos otro nuevo error? Tal vez nos dé coraje, enojo, desesperación, pero tras un respirar profundo volvemos a comenzar con una nueva hoja en blanco. Y así sucesivamente hasta que terminamos la obra, para posteriormente leerla y tal vez hacer una nueva obra, siempre bajo el mismo principio, por cada error se requiere una nueva hoja en blanco.

Así es la vida de flexible con nosotros. Por cada error que cometemos, siempre tenemos una nueva hoja en blanco para comenzar desde cero, lo que sea, por simple o complicado que sea. Pero lo más interesante de todo esto es que si otra persona comete un error, podemos ofrecerle una nueva hoja para que inicie de nuevo. Cada hoja nueva representa una nueva oportunidad. Siempre tenemos por derecho propio esa hoja en blanco en espera de liberarnos. En cada uno de nosotros está el aprender a utilizar las hojas en blanco de la vida y al mismo tiempo de ofrecerles a otros la misma oportunidad.

Y si no te ha caído el veinte, unos simples ejemplos son suficientes para darse cuenta que hemos hecho tachaduras, enmendaduras y pegotes que más que liberar, encadenan… ¿Cuántas veces has regañado a tus hijos por algo que no estás seguro que hicieron? ¿En cuántas ocasiones les has reclamado algo a tus familiares porque te dejaste llevar por un rumor? ¿Cuánta intolerancia le guardas a tus padres y hermanos por tener su propia forma de ser? Y al contrario: ¿Cuántas ocasiones hubieses deseado volver a empezar? La gran mayoría de las veces, has negado y te han negado la oportunidad. Y todo por un sin número de YOES que desconoces. Simple: no te conoces.

Haz del principio de la hoja en blanco un hábito para ti y tus seres queridos y verás cómo la vida es bella. Recuerda que el pasado es referencia, no residencia. Recuerda que el problema no es lo que se dice, sino cómo se dice. Recuerda que siempre tienes un instante para cambiar lo negativo en positivo y tomar mejores decisiones.

lunes, 4 de febrero de 2013

Amatlakuilolis inteligentes detrás del Reggaeton

Escuchando sin querer un poco de este ritmo musical que en general no es de mí agrado, noté un par de piezas que mandan un mensaje interesante. Una de ellas dice que es preferible hablar con una persona que perderse en el iPad, es mejor ver una sonrisa que chatear mediante un celular. La otra pieza habla del Facebook, y menciona que de nada sirve miles de contactos en la red si sólo conoces a diez personas en la vida real.

Los mensajes son bastante interesantes y, aunque casi no le pongo atención a lo que escucho de este ritmo, me pareció que hay gente que aprovecha la inercia de la música para hacer notar que cada vez estamos más perdidos en la tecnología. Y la verdad no es que la tecnología sea mala, pasa que no sabemos utilizarla, y me refiero que no somos conscientes de que hay que aprovecharla de forma eficiente.

Por enésima vez, repito lo mismo:
somos esclavos de la tecnología.

Bien por esas canciones que tratan de mantenernos en la realidad, aunque seamos necios en no hacer caso. Sólo espero que reacciones a tiempo y no cuando tengas enfermedades que por un mal uso de tecnología tengas que estar ciego, con problemas nerviosos crónico-degenerativos o incluso quemado (por aquello de poner una portátil sobre las piernas, que ya ocurrieron varios casos), o algún otro problema parecido.

sábado, 9 de octubre de 2010

La esclavitud de expresión

En la práctica de la lectura se encuentran cosas, ideas, principios, formas de pensar, puntos de vista, proyecciones, ideales, entre muchas otras maneras de apreciar y juzgar cualquier cuestión relacionada a las acciones, pensamientos y acciones del ser humano.

La lectura no es fácil, sobre todo cuando se lee a autores que tienen un vocabulario amplio de nuestro español. La interpretación de las ideas tampoco es fácil. La aceptación de puntos de vista es aún más difícil. “A veces uno lee frases que pueden ir en contra de nuestros principios, allí es donde la censura se aplica” [*]. ¡Exacto! La censura debe aplicarse de manera personal a todas aquellas cosas que consideramos van en contra de nuestro juicio. Ningún gobierno debe aplicar la censura porque entonces generaliza el juicio de las personas considerándolas a todas por igual y ... ¡grave error! Las personas no somos iguales en nuestro juicio. La educación es diferente, nuestra apreciación es diferente, nuestros valores son diferentes.

Una censura aplicada desde desde fuera del contexto personal no es censura, es esclavitud de expresión. En muchas partes la censura realmente significa: “callar la verdad” o más fácil: “no lo digas porque me delatas”. Es evidente que la “censura” del político es generar “leyes” que no lo delaten.

¿Qué culpa tiene la expresión? Ninguna, no la castiguemos, no la esclavicemos, ¡hay que darle la libertad que se merece!

[*] Guillermo Cortés Robles.