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domingo, 26 de octubre de 2014

El placer de una hora más

Hoy al despertar se observó un nuevo día, pero con un detalle particular: un mejor descanso. A lo largo de la mañana se percibe una quietud rendidora, una mayor paz y tranquilidad. No es que este domingo se caracterice por un fenómeno natural poco común, no es que hoy por ser domingo nos hayamos parado más tarde. Todo este fenómeno es por una simple y sencilla causa: el ajuste de la hora por terminación del nefasto, horrible, perjudicial, nocivo, escandaloso, estresante horario de verano.

Hoy el horario de verano se ha acabado. Hoy volvemos a un horario que nunca debería moverse, o por lo menos no en el tiempo que se maneja. Una hora marca la diferencia entre sentirse bien o sentirse mal y estresado.

Para el ritmo cotidiano y moderno que llevamos, muchos tal vez no lo perciben, lo ven como simplemente una hora que a final de cuentas no impacta en lo que se hace. No obstante, es parte de una falacia más: una hora impacta tanto como enfermarnos más: la alteración en la hora del sueño, en la hora de las comidas, en la percepción de la luz natural, en no descansar a causa de del clima (generalmente en muchas zonas es excesivamente caluroso).

Una hora es una hora, le pese a quien le pese. Una vez más lo diré: el horario de verano debería ser no mayor a 5 meses o preferentemente no debería volver a manejarse (esta es la entrada previa de hace 4 años: El fastidioso y nefasto horario de verano). ¿Ahorro de energía? Sí, pero a costa de una vida más enferma, donde dicho ahorro, si es que así se le puede llamar, se nos va en un estrés que nos enferma y pagamos por medicinas para aliviarnos, medicinas que salen más caro que es ridículo ahorro tangible que según tenemos, “a según” dice el gobierno.

Pero no más negatividad. Hoy debemos disfrutar de la paz que esa hora nos ofrece y vivir el espacio de 5 meses de un ligero incremento en la calidad de vida. Que viva el horario normal, que viva el horario estándar que nos da algo más real a nuestro reloj biológico.

¡Viva el placer de una hora más!

jueves, 16 de enero de 2014

¿Estrés citadino por igual?

En ciudades grandes como la de México, uno se acostumbra a estar atrapado varias horas en medio de la carga vehicular, sobre todo en horas pico y zonas complicadas.

En ciudades pequeñas hay mucha menor tolerancia a la carga vehicular generada por algún tipo de disturbio, ya sea cierre de calle, reparación del asfalto o un simple semáforo que se tarda en cambiar. ¡Y esto hace que ciertas personas ante la desesperación inmediata sean mucho más peligrosas que los cafres de la Ciudad de México!

A lo largo de algunos años y observando este fenómeno, hay ocasiones que pienso en que el estrés acelerado e intempestivo de las ciudades pequeñas, y aunque sea por solo 5 minutos, basta y sobra para equipararlo al de las grandes ciudades. Y tan solo por esos minutos breves el peligro potencial de accidentes se vuelve interesante.

No olvidemos que incluso hay personas que llevan un ritmo de vida excesivamente acelerado y aunque vivan en ciudades pequeñas, se hace un problema. La calidad de vida es cuestionable. No obstante, este ritmo moderno en el que nos desenvolvemos nos atrapa sin darnos cuenta. Y zonas tranquilas tienes riesgos inesperados.

¡Evita el estrés y vive con tranquilidad!

lunes, 4 de junio de 2012

Hacia la productividad relajada y de pitsauak

Después de abarcar miles cosas, y como dice ese dicho: “el que mucho abarca, poco aprieta”, he decidido hacer sólo lo que debo hacer. Mi salud, esencialmente mental, me lo agradecerá.

De un nivel de atención de 15 personas en promedio al semestre, ¡mi meta en el corto plazo es simplemente de 5 máximo! Sí, una reducción del 66% para ofrecer calidad, para hacer cosas más puntuales, con mejores perspectivas, y sobre todo trabajos más robustos.

¡Y desde luego a mejorar mi pitsauak de vida!