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lunes, 7 de julio de 2014

Azar y destino

[Dice una historia que una mujer checa se casó con un alemán. A través de contar sus antecedentes el uno al otro, se dan cuenta que el padre de ambos, quien había desaparecido en la segunda guerra mundial, es la misma persona.

Otra historia cuenta que una madre llevó a su hijo ante el astrólogo para saber su futuro y destino. Tras examinar las líneas de las palmas de la mano, el astrólogo le dijo que su hijo no tenía un futuro, que iba a ser un don nadie. La madre ante tal preocupación tomó una piedra afilada y trazó nuevas líneas en la palma de su hijo, para ir nuevamente con el astrólogo a preguntarle su futuro. La historia no dice qué dijo el astrólogo, pero ese niño llegó a ser un genio de la gramática. Su nombre era Panini.

Una historia más dice que unos amigos, hombre y mujer, viendo fotos del recuerdo, se sorprendieron al ver que una foto tomada en un viaje al extranjero que ella hizo años atrás, había captado sin querer a su amigo. En aquel entonces no se conocían.]*

¿Cuántas veces nos cuestionamos acerca de lo que sucede con el azar, con el destino y hasta incluso si es posible o no cambiar el resultado de lo que se observa es inminente? ¿Casualidad o causalidad? Siempre he dicho que todo es causal, todo lo generamos nosotros, todo está dispuesto para tomar las mejores decisiones y esa toma de decisiones es nuestro destino.

Insistentemente siempre he dicho que todo tiene un precio, el precio de Ser, Hacer y Tener. El orden es importante y es inviolable. Tras de ello, la toma de decisiones por las oportunidades que tenemos genera el resultado menos esperado de nuestras vidas. Ser consciente de ello nos hace tomar mejores decisiones y tener los mejores resultados.

¿Cuentas con la consciencia lo suficientemente despierta
para tomar las mejores decisiones?


* Basado en El Cuaderno Verde de José Gordon.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

¿El corazón se rompe?

Tal vez el éxito principal de Miguel Mateos sea “Es tan fácil romper un yolotl”. Literalmente dice que no hay que jugar con situaciones peligrosas con la pareja ya que el resultado puede ser desastroso esencialmente porque el corazón tiene heridas que no han sanado. Los conflictos internos nos hacen comportarnos como dos personas diferentes, dependiendo qué tanto le dejemos al corazón y no a la razón.

Creo que el origen de tantas cuestiones dolorosas obedece a dos cosas esenciales: la primera es que casi nunca nos enseñan a amar, tenemos que ir aprendiendo conforme experimentamos y maduramos (si es que eso ocurre) y la segunda, las decisiones que tomamos para sentirnos mal e incluso al temor de enfrentarnos a nuestros miedos para liberar lo que decidimos guardar.

Independientemente de la complejidad que es todo esto, hace algunos meses pasaron un documental en el Canal Once donde se explica que el tipo de substancias químicas segregadas por nuestro cuerpo cuando se padece un “mal de amores” afecta directa y proporcionalmente al corazón, generando tensiones y una sensación especial de “dolor”. Si uno no es capaz de controlar los sentimientos, el cuerpo sigue segregando esas substancias y se puede llegar incluso a desarrollar enfermedades del corazón. Esto es realmente interesante porque no solo nos condenamos a padecer enfermedades, sino también a morirnos por algo que es ridículo. Lo pongo en estos términos porque finalmente uno es quien decide cómo manejar las emociones y cómo liberarlas. Si las emociones no se liberan entonces, independientemente del estrés, el corazón se “fractura” por tenerlo bajo sobredosis de substancias químicas, lo que se traduce a que “se rompió el yolotl”.

Y efectivamente, hay casos severos de desamor donde a las personas les dan infartos y algunas de ellas evidentemente no se recuperan y mueren. Se dice que esa persona “murió de desamor”, no de amor, eso es otra cosa que en otra entrada comentaré.

Mientras tanto, no droguemos al yolotl, dejemos que lleve una vida libre de drogas mediante el uso de la razón. Aprende y razona.