Mostrando entradas con la etiqueta atracción. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta atracción. Mostrar todas las entradas

martes, 28 de diciembre de 2010

La chica de la nevería

Caminando por una de las grandes calles de la Ciudad de México, en una de aquellas donde la mayor parte de la gente acostumbra proyectarse como “fresa”, y con una tarde apacible llegamos a un descanso para tomar un helado. La plática se vio interrumpida por la chica que nos llevó las cartas.

Una mirada rápida bastó para darme cuenta del perfil y de los rasgos finos de la chica. Lo primero que me llamó la atención fueron sus cejas, seguido del cabello rizado y finalmente el equilibrio entre ojos, nariz y boca. Un “dulce capricho” que la naturaleza no siempre ofrece y que si no mal recuerdo, han pasado algunos años para poder apreciar nuevamente a una chica con tales características. Aunque la plática continuó con diferentes temas interesantes, mi cerebro no podía desprenderse de las facciones de la chica.

Esto me recordó una canción de Heleno de 1971: La Ichpokatl de la Boutique. Para quienes no conocen esa canción he aquí el video. Algunos tal vez la recuerden en un refrito a ritmo de cumbia.

miércoles, 20 de octubre de 2010

La atracción por lo ideal y más allá

Alguna vez se han preguntado ¿porqué tendemos a fijarnos en aquello que para la gran mayoría se considera atractivo? ¿Dónde radica esa forma “natural” de buscar lo atractivo? Algunos experimentos muestran que es parte de la naturaleza de los seres vivos.

Por ejemplo, se observó que unas aves tienen en el pico una franja roja, que cuando dan de comer a sus polluelos, éstos golpean el pico de su madre para que les dé de comer. Pareciera que el hambre de dichos polluelos es la que genera ese golpeteo, sin embargo no es así. Se determinó que la franja roja del pico es la causante del golpeteo. El experimento consistió en colocar una franja roja en un abatelenguas. Los polluelos lo golpeaban de la misma forma. Al incrementar a tres rayas rojas, los polluelos golpeaban más fuerte y más frecuentemente. Conclusión: las rayas rojas hacen que los polluelos entren en un estado de excitación, a mayor número de rayas, más fuerte es la excitación.

A lo largo de la historia de la humanidad, desde las estatuillas burdas hasta las refinadas esculturas griegas, existe la representación del cuerpo humano desnudo para reflejar la importancia de la sexualidad. Entre más refinado e idealizado esté el cuerpo, más atracción habrá. Esto es el equivalente a las rayas rojas que atrae a los polluelos. Entonces, mientras los egipcios logran por primera vez la proporción correcta del cuerpo humano, los griegos encuentran el cuerpo perfecto, con las posturas más sugestivas y las proporciones ideales en cada una de sus partes que equivalen a ver ¡un pico lleno de rayas!

Curiosamente no existe un cuerpo así de ideal en la naturaleza. La genética no lo permite. La marca de ciertos músculos en la espalda baja y hacia el cóccix, la longitud de los brazos ajustada a una proporción de un pecho con un plexo solar marcado y hundido, los músculos con determinado tono muscular y lograr determinadas posturas (giratorias) para proyectar mejor al cuerpo es como diseñar a un ser humano desde cero. No obstante, los griegos descubrieron estas proporciones y posturas, las cuales se explotan esencialmente en los medios publicitarios, colocando modelos que tengan aunque sea un solo atributo de los diversos que se plasmaron en miles de esculturas.

Así, por eso nos resulta a veces imposible dejar de ver un determinado anuncio. Por eso tendemos a buscar algo ideal, porque instintivamente lo tenemos marcado. Por eso la atracción, a veces irresistible, hacia una persona. Pero, ¿porqué no nos conformamos? Porque tendemos a buscar todos los atributos ideales, o al menos los que más se acumulen en una persona. Sin embargo, se concluye (y se ha comprobado) que nos gusta lo inexistente, nos gusta lo irreal, nos gusta lo fantasioso, nos gusta ir más allá de nuestra naturaleza.

¡Cuidado! Porque en esa travesía retadora a nuestra naturaleza, hay muchos que no regresan, ya sea porque se pierden (nunca lo encuentran) o se mueren (cirugías). La razón debería moderar nuestro instinto.

jueves, 8 de julio de 2010

Atracción en equilibrio y yankuiliskayotl

El ojo humano es increíblemente algo extraordinario. La vista, aquella capacidad de percibir mediante el ojo es algo aún más maravilloso ya que generalmente se encuentra asociada a las sensaciones, incluso sentimientos e imaginación, los cuales afloran en el instante menos esperado. Considerando todo aquel ser vivo del sexo opuesto que nos puede llamar la atención, la vista y el ojo juegan un papel muy importante. Pero depende de nuestra forma de pensar cómo reaccionamos o lo que nos imaginemos tras lo que vemos.

Sin embargo, hay algo de lo que no tan fácilmente nos percatamos: la yankuiliskayotl. Así es, la novedad ante lo que vemos. Es muy sabido que para nosotros como mexicanos (y latinos en general) nos puede atraer mucho un físico europeo y viceversa. ¿Pero hasta dónde nos puede atraer con el paso de los años, por ejemplo, si consideramos el caso de mudarnos a vivir a una zona donde diario y a cada rato vemos la “novedad” andando? Es interesante reflexionar en algo: la novedad pasa de moda, es decir, tan pronto como encontramos una nueva novedad la anterior se olvida o se desplaza. ¿Será que al vivir un latino en un mundo europeo por mucho tiempo, la novedad será una persona latina? Hay otra cosa muy obvia, tal vez más en respuesta a lo que conocemos como “instinto”. La reacción instintiva ante un físico interesante, atractivo, sobresaliente, poco común, etc. etc. etc.

¿Qué es lo que realmente llama la atención? ¿El físico como tal? ¿El peinado? ¿La cara? ¿La ropa? ¿La estatura? ¿La complexión? ¿El andar? ¿Lo atlético? ¿La sonrisa? ¿Los ojos? ¿Las piernas? ¿La musculatura? ¿La voz? Posiblemente me falten muchas cosas por listar, pero definitivamente creo que el físico es el que generalmente gana, aún sabiendo que el físico se acaba.

Creo que la atracción física debe guardar un equilibro entre el todo y sus partes. No basta con unas bonitas piernas o un excelente tórax, se debe considerar desde la punta del dedo pulgar del pié hasta el último cabello en la parte más alta de la cabeza. Simplemente hagan memoria y se encontrarán con frases como: “tiene una excelente figura, pero tiene unos pies que no me agradan”, “es muy bonita pero algo le falta”, hasta llegar a expresiones ridículas como “hace magia” o “necesita una bolsa de pan”. Les puedo asegurar que rara vez se observan los detalles, casi siempre se pasan por alto y la atención se centra en lo más evidente: “90-60-90” para mujeres y “120-80/120-80-120” o “Y/X” para los hombres.

La apreciación estética es diferente para cada uno de nosotros y tiene que ver nuestra forma de pensar, que deriva de nuestra educación y cultura, más nuestra esencia como individuo. En lo personal, puedo comentar (que hasta donde me he dado cuenta no es común entre los hombres) que el cabello en una mujer toma prioridad número uno, seguido de un balance entre cejas y ojos. Sin estos tres elementos, aunque todo lo demás esté excelente, para mí no hay atracción en equilibrio.

Recordemos que si el físico se acaba, lo único que seguirá siempre igual es el interior de las personas (salvo algunas excepciones). La atracción finalmente se convierte en un equilibrio más amplio entre la parte externa (física) y la parte interna de una persona, donde la novedad no tiene efecto (y si lo tiene se vuelve tan insignificante que no genera inquietud). Cuando mantenemos ese equilibrio, la novedad simplemente pasa desapercibida.