Mostrando entradas con la etiqueta olvido. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta olvido. Mostrar todas las entradas

martes, 28 de octubre de 2014

El auto-olvido

Modernidad...

Locura...

Ajetreo...

Estrés...
 
...las cosas van pasando, hacemos mil actividades, ponemos atención a muchos detalles, muchos detalles se van sin atención, muchas actividades las dejamos de hacer, y pasan cosas...

Lo anterior es un ciclo interesante que hacemos cada día, cada instante. Atrás de todo ello existen muchas razones por las cuales hacemos lo que hacemos sin pensar, aunque pensemos que pensamos lo que hacemos. En otras palabras, creemos hacer las cosas pensando en las consecuencias, pero la realidad es que hacemos las cosas sin saber las consecuencias.

Miles de detalles pasan por nuestras vidas y no nos percatamos de los efectos colaterales, al menos no de la mayoría, posiblemente tal vez seamos conscientes sólo de dos o tres. Así, la vida pasa cada día como algo fenomenal, pero no es nada relevante, es simplemente un ente cotidiano que creemos es novedad. La verdad es que somos unos robots enajenados por la costumbre y el sedentarismo.

Caemos fácilmente en lo que muchas veces decimos que no es correcto hacerlo. En el menor instante hemos cometido errores, a veces sin percibirlo. Ser consciente es una tarea ardua que no es fácil. Estar atento es una actividad que nos cuesta trabajo al por mayor. Romper el olvido de lo que olvidamos es prácticamente un cero a la izquierda en nuestro estilo de vida moderna.

Y es aquí donde entra en juego nuestra capacidad de reflexión para al menos reconocer que así como dejamos las oportunidades, podemos aprovechar poco a poco algunas de ellas. Sería deseable aprovecharlas todas, no obstante, la inercia nos lleva.

Estamos en un mundo de reacciones y lo curioso es que no reaccionamos. Reclamamos hasta lo inimaginable, pero nunca nos reclamamos a nosotros mismos nuestra cordura y sensatez. Así se forma un olvido en el que nos olvidamos (suena chistoso, pero así sucede). Se forma un auto-olvido donde lo único imperante es recordar lo que no queremos en nuestras vidas. Vaya ironía.

Hay un esquema reactivo para percibir lo que la gente percibe de nosotros. Dale una moneda a un mendigo, dale una respuesta a la persona nefasta que te pregunta lo mismo, explica la duda al tonto que no entiende… ¡La forma en que das esa moneda, la forma en que ofreces esa respuesta, la forma en que das esa explicación es la forma en cómo te tratas, pero más interesante es saber que lo que piensas de ese mendigo, de esa persona nefasta o de ese tonto, es lo que piensas de ti!

Así de grave es el auto-olvido.

No nos auto-olvidemos, aprendamos a querernos, aprendamos a amarnos, aprendamos a derrochar el ágape con nuestros semejantes y vivamos un mundo placentero que seguramente reconfortará de tal forma que nunca volveremos a sentir dolor.

sábado, 6 de julio de 2013

El problema de ser olvidadizo

Eran aproximadamente las 6 de la tarde. Repentinamente llegó a mi cerebro un mensaje urgente de que algo había olvidado. No era cualquier cosa, ¡simplemente había dejado un difractómetro de rayos X prendido! Causa del olvido: demasiadas actividades por mi proceso de titulación y trabajo. Afortunadamente no pasó a mayores. Alguien amablemente (o muy molesto) lo apagó.

Días después, tuve que hablar por teléfono a la escuela ya que había dejado una bomba de vacío en funcionamiento con la parte experimental de mi trabajo de tesis. Simplemente por acomodar mis cosas para irme bastó para que se me olvidara que tenía otro pendiente inconcluso. Causa del olvido: nuevamente mis actividades de trabajo y de tesis. En esa ocasión el profesor que me contestó se hizo cargo de apagar la bomba.

Y así puedo contar miles de cosas que me han pasado por olvidar hasta el detalle más insignificante. Nunca me había dado cuenta de que tras una saturación de cosas, olvidaba otras.

Hasta la fecha sigo en lo mismo. Una agenda no funciona porque olvido la agenda. Un papel en mi cartera no funciona porque se me olvida que tengo dicho papel. Lo que me ha funcionado es el Calendar de Google, dado que lo puedo consultar en cualquier lugar y en cualquier instante, me ha salvado de muchas situaciones. No obstante eso no basta para aquellos detalles personales que evidentemente no entran en un registro como este que les comento.

Y ese es el gran detalle. La parte personal, al no ser anotada… Ya se imaginarán. Miles de cosas que me comentan se me olvidan al instante. Tal vez tenga problemas de memoria corta, tal vez no. Pero hace mucho tiempo yo me enojaba porque me preguntaba cómo era posible que se les pudieran olvidar ciertos detalles. Ahora, después de dos décadas de vivir con los pequeños olvidos he aprendido a valorar la paciencia y me he vuelto paciente. Quizás un chascarrillo sale de vez en cuando ante una situación de esta, pero no pasa de eso. No obstante entiendo que muchos se molesten por eso. Yo pasé por lo mismo.

Si alguien más anda en la misma situación, creo que la paciencia es algo invaluable. Sólo puedo decir que aquellas personas que aún se desesperen o molesten por este tipo de cuestiones, sean pacientes. El principio Kalimán lo deja muy claro: “Paciencia y serenidad”. Y no sólo lo digo por mí, lo digo por todo el mundo.