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jueves, 6 de junio de 2024

El extraordinario tsatsilistli de los instrumentos musicales

Siempre me he considerado un amante del rock and roll, de la música disco, del high energy y del new age. Algunas atracciones hacia la música tropical y el pop también las he considerado parte de esa trayectoria musical que he disfrutado a lo largo de cinco décadas. En el tercer año de la pandemia y aún encerrado en casa, jugando al Cerdo Loco, redescubrí una tendencia y afinidad hacia un selecto grupo de piezas musicales del rock. Encabezada por Paranoid de Black Sabbath y otras piezas interesantes como House of the Raising Sun de The Animals, Thunderstruck de AC/DC, Black Dog de Led Zeppelin, etc.

No puedo decir que todo el rock me gusta, definitivamente no es lo mío, pero en esa delgada línea detrás de ese redescubrimiento puedo decir que la calidad musical es extraordinaria. No hablo simplemente del posible gusto por un género, hablo en general de que había calidad musical por que la música se hacia con verdaderos instrumentos musicales, verdaderos genios de las notas del pentagrama y verdaderos conciertos donde se entregaba todo para un excelente espectáculo.

Hoy, a pesar de la nueva música que hemos ido conociendo, y que seguramente nos gusta fuertemente, no es lo mismo. El apoyo musical a partir de la electrónica no sustituye en nada a un instrumento musical. Desde luego puedo mencionar a los italianos con su música electrónica y que a lo largo de 30 años o más han sido unos genios que no tienen rivalidad. Pero el instrumento musical es insustituible. Prueba de ello es la tendencia que se ha visto de hacer presentaciones en vivo con apoyo de orquestas para reforzar el sonido y la calidad musical de muchos éxitos.

Gracias Equus Ferus y a Papúm he conocido música reciente muy pegajosa, y lo interesante es que muchas de esas piezas son refritos de otras, incluso remasterizaciones sobresalientes. Pero se extraña la calidad musical de los verdaderos instrumentos musicales, aquellos que hacen que realmente se perciba la alta vibración de la música y que permite liberar el estrés. Así es, una orquesta será siempre una orquesta. Tenemos a un Yanni que destaca con una parte electrónica, pero que en vivo con orquesta no tiene comparación. Tenemos en el otro extremo a Los Ángeles Azules que son buenos para hacer bailar, pero sus presentaciones con orquesta son sobresalientes. Si hablamos de personalidades que no tienen orquesta y que hacen música con esos verdaderos instrumentos musicales, encontramos a un Ottmar Liebert cuyas presentaciones en vivo son una maravilla. En otra vertiente, tenemos también la música ranchera que desde luego hace uso de los instrumentos musicales y no hay comparación en la calidad musical. Incluso dentro del pop, hay un Luis Miguel que incorporó la música mexicana en su repertorio y es música con mariachi, y obvio, verdaderos instrumentos musicales.

Los dejo, porque ¡voy a disfrutar de un espacio con música que se toca con verdaderos instrumentos musicales!

domingo, 10 de octubre de 2010

Mitotili: bailando con la musa

Apresurado, corriendo, se hace tarde. Los caballos a todo lo que dan. En el horizonte se vislumbra el  gran palacio donde los invitados y alguien muy especial aguardan. La entrada es triunfal, los aplausos no se hacen esperar tras el anuncio.

La orquesta toca suavemente, con gran ritmo, y la pareja comienza el baile. Un gran ritmo, una gran pareja, mucha emotividad, todos atentos a los movimientos que parecen mágicos. La coordinación es perfecta. Ver bailar a la musa es el mejor espectáculo que se puede apreciar. Los vientos suaves y frescos pasan desapercibidos de extremo a extremo entre las habitaciones del palacio. Allí solo importa la danza, solo importan dos personas: la musa y su pareja.

!Que maravilla¡ Las artes y las ciencias se liberan y se dejan sentir con cada uno de los pasos. Apolo deja fluir toda la poesía, movimiento tras movimiento es una frase fresca y dulce. El canto es perfecto y armonioso. El palacio de Parnaso es irreconocible. Magna fiesta donde todos los instrumentos son esenciales.

Cada instrumento genera notas tan armoniosas que la imaginación fluye sin cesar. La musa flota, su magia es impresionante. Apolo deja aflorar sus emociones y el resto de la poesía invade todo el palacio,  no hay rincón que no tenga rima, no hay espacio donde no se deleite uno con la poesía.

Las miradas entre la musa y Apolo se cruzan y las puertas del alma se abren y en el cielo un eclipse se genera. Las estrellas brillan aún más y la rima toma posesión. El ritmo suave, de lento a rápido, de rápido a lento con combinaciones extraordinarias. Apolo y la musa se divierten como nunca. Una vez más, cada instrumento repite sus mejores tonos. Todo es fantástico. Los pasos y movimientos tan esperados se dejan ver y escuchar, la audiencia enloquece. Los aplausos no paran. No obstante, el final se acerca y los caballos nuevamente están listos. Será hasta el próximo festejo en que el Parnaso tenga tanta poesía. Será hasta el próximo festejo que la musa baile nuevamente. Será hasta el próximo festejo que la magia vuelva a mostrar sus encantos.

Hoy todo es normalidad. Los cantos diarios y comunes se escuchan... ¡invocando al siguiente baile con la musa!