Desde hace un año (o tal vez más) me di cuenta de que una musa se pasea a lo largo y ancho del lugar donde trabajo. Como fuente de inspiración, múltiples ocasiones me he puesto a divagar con su sonrisa encantadora e imaginado un sin número de grandes momentos apacibles tras la belleza de sus ojos y de su cabello. Para su corta edad, es de un vestir elegante y conservador, lo cual es algo muy raro en nuestros tiempos.
Para mi sorpresa y fortuna, muchas de las horas de la comida han sido bastante gratas pues, la musa llega al mismo lugar donde disfruto de excelentes comidas. Allí he podido conocer un poco más de ella, no solo por observarla, sino por comentarios de su mamá, persona también bastante agradable.
Las concomitancias en el área de trabajo ya no pasan desapercibidas, ahora van acompañadas de un agradable saludo, el cual al menos hace coincidir dos sonrisas: la sonrisa de la musa y la mía.
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jueves, 24 de febrero de 2011
domingo, 10 de octubre de 2010
Mitotili: bailando con la musa
Apresurado, corriendo, se hace tarde. Los caballos a todo lo que dan. En el horizonte se vislumbra el gran palacio donde los invitados y alguien muy especial aguardan. La entrada es triunfal, los aplausos no se hacen esperar tras el anuncio.
La orquesta toca suavemente, con gran ritmo, y la pareja comienza el baile. Un gran ritmo, una gran pareja, mucha emotividad, todos atentos a los movimientos que parecen mágicos. La coordinación es perfecta. Ver bailar a la musa es el mejor espectáculo que se puede apreciar. Los vientos suaves y frescos pasan desapercibidos de extremo a extremo entre las habitaciones del palacio. Allí solo importa la danza, solo importan dos personas: la musa y su pareja.
!Que maravilla¡ Las artes y las ciencias se liberan y se dejan sentir con cada uno de los pasos. Apolo deja fluir toda la poesía, movimiento tras movimiento es una frase fresca y dulce. El canto es perfecto y armonioso. El palacio de Parnaso es irreconocible. Magna fiesta donde todos los instrumentos son esenciales.
Cada instrumento genera notas tan armoniosas que la imaginación fluye sin cesar. La musa flota, su magia es impresionante. Apolo deja aflorar sus emociones y el resto de la poesía invade todo el palacio, no hay rincón que no tenga rima, no hay espacio donde no se deleite uno con la poesía.
Las miradas entre la musa y Apolo se cruzan y las puertas del alma se abren y en el cielo un eclipse se genera. Las estrellas brillan aún más y la rima toma posesión. El ritmo suave, de lento a rápido, de rápido a lento con combinaciones extraordinarias. Apolo y la musa se divierten como nunca. Una vez más, cada instrumento repite sus mejores tonos. Todo es fantástico. Los pasos y movimientos tan esperados se dejan ver y escuchar, la audiencia enloquece. Los aplausos no paran. No obstante, el final se acerca y los caballos nuevamente están listos. Será hasta el próximo festejo en que el Parnaso tenga tanta poesía. Será hasta el próximo festejo que la musa baile nuevamente. Será hasta el próximo festejo que la magia vuelva a mostrar sus encantos.
Hoy todo es normalidad. Los cantos diarios y comunes se escuchan... ¡invocando al siguiente baile con la musa!
La orquesta toca suavemente, con gran ritmo, y la pareja comienza el baile. Un gran ritmo, una gran pareja, mucha emotividad, todos atentos a los movimientos que parecen mágicos. La coordinación es perfecta. Ver bailar a la musa es el mejor espectáculo que se puede apreciar. Los vientos suaves y frescos pasan desapercibidos de extremo a extremo entre las habitaciones del palacio. Allí solo importa la danza, solo importan dos personas: la musa y su pareja.
!Que maravilla¡ Las artes y las ciencias se liberan y se dejan sentir con cada uno de los pasos. Apolo deja fluir toda la poesía, movimiento tras movimiento es una frase fresca y dulce. El canto es perfecto y armonioso. El palacio de Parnaso es irreconocible. Magna fiesta donde todos los instrumentos son esenciales.
Cada instrumento genera notas tan armoniosas que la imaginación fluye sin cesar. La musa flota, su magia es impresionante. Apolo deja aflorar sus emociones y el resto de la poesía invade todo el palacio, no hay rincón que no tenga rima, no hay espacio donde no se deleite uno con la poesía.
Las miradas entre la musa y Apolo se cruzan y las puertas del alma se abren y en el cielo un eclipse se genera. Las estrellas brillan aún más y la rima toma posesión. El ritmo suave, de lento a rápido, de rápido a lento con combinaciones extraordinarias. Apolo y la musa se divierten como nunca. Una vez más, cada instrumento repite sus mejores tonos. Todo es fantástico. Los pasos y movimientos tan esperados se dejan ver y escuchar, la audiencia enloquece. Los aplausos no paran. No obstante, el final se acerca y los caballos nuevamente están listos. Será hasta el próximo festejo en que el Parnaso tenga tanta poesía. Será hasta el próximo festejo que la musa baile nuevamente. Será hasta el próximo festejo que la magia vuelva a mostrar sus encantos.
Hoy todo es normalidad. Los cantos diarios y comunes se escuchan... ¡invocando al siguiente baile con la musa!
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