Mostrando entradas con la etiqueta lectura. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta lectura. Mostrar todas las entradas

martes, 4 de junio de 2024

El gran reto de romper “el sistema”

El poder de las redes sociales es impresionante. Recuerdo que un día me dijeron: “cómprame un café de esa tienda” y esa persona hizo difusión en redes sociales a modo de broma que yo no quise comprarle un buen café estando en tierra cafetalera. La reacción fue inmediata, que yo debería de comprar café del bueno, en restaurantes prestigiados que lo sirven de primera. La lluvia de cuestionamientos, recomendaciones y “llamadas de atención” era descomunal en tan solo cinco minutos. Lo bueno que fue una broma. Ahora imagínense cuando los ánimos están fanatizados, ni mencionar lo que se genera.

El extremo de esta situación son aquellos casos donde en las redes sociales se ha hecho difusión de cierta información política bien estructurada que genera un alto impacto y en consecuencia viene el derrocamiento de gobiernos y todo por el fanatismo en el que se encuentran todas las personas. Y el impacto de todo esto es más fuerte si las personas no leen y se dejan llevar por lo primero que escuchan y ven.

Ahora que han pasado los comicios de este mes, resumo que me ha tocado ver hasta lo que no: desde los bandos que se dicen de todo y se atacan por todo, pero sin un fundamento real y tangible, hasta aquellos que de alguna forma argumentan un poco tratando de calmar las aguas. Si bien la libertad de expresión nos da derecho a decir lo que pensamos, lo que no es correcto es caer en el insulto o tratar de decir que alguien tiene la razón absoluta.

No importa quién esté en el poder, no importa de qué partido hayan salido. Todos tienen sus pecados, sin excepción, nadie se escapa. Lo realmente relevante es a qué nos comprometemos cada uno de nosotros como personas para hacer de este grandioso México un país diferente. Las quejas no sirven de nada, lo que sirve es el cambio que cada uno se compromete a hacer para evitar lo que no queremos. No podemos influir, cambiar o reeducar a la gente, si acaso, eso lo podemos hacer con nuestros hijos, personas que aún podemos moldear con criterios, valores y principios, para que cuando crezcan tomen decisiones con bases y argumentos sólidos. En este proceso es inevitable la lectura. Pueblo que no lee, pueblo que es manipulado. Es compromiso hacer lectura, nunca es tarde para ello.

Hay una frase interesante que dice: “Tienes la decisión de quedarte sentado y ver cómo pasan los demás y avanzan, o pararte y avanzar para ver a los demás que se quedan sentados”. Eso es justo lo que nos toca, ser de los que nos paremos y tomar acciones en beneficio del país.

Sin embargo, hay una barrera intermedia entre las altas esferas de la política y el pueblo, el famoso “sistema” que está a prueba de todo con tal de mantener el poder y control a su propia conveniencia. Romper ese “sistema” es un reto. Habrá quiénes puedan imponer sabiamente apertura entre sus murallas, pero habrá otros que no puedan ni siquiera hacer un rasguño. Mi papá siempre ha dicho: el problema en México es “el sistema”, aunque una persona quiera permear cambios, el sistema estará rechazando todo o acomodándolo a conveniencia para que el pueblo siga igual o peor.

Al parecer, y lo curioso al mismo tiempo, es que no ha habido hasta hoy una persona que dirija al país de tal forma de realmente rompa “el sistema” y haga que verdaderamente haya un cambio en pro de todo el pueblo. De toda la lista de candidatos presidenciales de todos los partidos, desde que recuerdo, no tengo un solo nombre por mencionar que se haya comprometido verdaderamente a darle pelea al sistema, a desmembrar hasta las entrañas las edificaciones de sus barreras. No hay nombres.  La lista está vacía y veo que seguirá vacía. Ojalá y en lo que resta de mi vida, pueda ver al fin, un nombre en la lista, una persona que tome al toro por los cuernos y que aniquile al sistema. Podría decir que hasta soy vidente y que, en los próximos 30 años, seguiré viendo mi lista vacía.

Todo presidente tiene en sus manos la oportunidad de romper “el sistema”, todo presidente tiene la obligación de rodearse de asesores que realmente sepan del tema por el cual se contratan (porque a veces pareciera que, en vez de asesorar, es desaconsejar para beneficio del “sistema”). Y si le sumamos que incluso el mismo presidente obedece al sistema tras bambalinas, entonces el cuadro es peor. En lo que llevo de vida, no he conocido presidente alguno que sea ajeno al sistema.

Termino esta entrada con dos cosas relevantes: 1) es obligación leer, pero leer documentos serios y formales, no lecturitas de redes sociales que, en vez de informar, desinforman; y 2) formar a quienes podemos en valores, principios, criterios y ética. El resto llega solo.

lunes, 15 de enero de 2024

La basura líquida – Parte 2

Recuerdo que muchas ocasiones me tocó ver palabras o pequeñas frases en carreteras, que decían cosas como “Estudia para no ser esclavo”, “Maestro, enséñale al pueblo”, “Que el gobierno no te manipule”, y cosas muy similares, todas refiriéndose a que la ignorancia desencadena una manipulación muy fuerte en las personas, tanto con estudios como sin estudios.

Ahora con las redes sociales en plena acción, donde todo mundo, preparado y no preparado, lee (o eso parece al menos), oye y ve todo tipo de información líquida, se incrementa el número de falsas creencias, de verdades a medias, de “expertos” creados al vapor. Lo más interesante detrás de todo esto es que, aunque las personas lean, realmente no leen, solo pasan la vista sobre el texto y se van con lo primero que el cerebro les deja captar. Así es, nos encontramos saturados de tanta información y no somos capaces de procesar con claridad todo lo que vemos. Si a esto le agregamos el problema de que cada vez leemos menos, entonces la problemática se acrecienta significativamente en una falta de compresión de lectura.

Con todo lo anterior quiero dar paso algunas cosas interesantes, divertidas e increíbles que son principalmente el resultado de la desinformación, el fanatismo, la creencia sin sentido y la falta de compresión de lectura: la gente que piensa que una persona de ciencia es alguien que esconde cosas ultrasecretas, las personas que con tanta revoltura mezclan diferentes contextos para justificar o tratar de encontrar una verdad personal, individuos que se guían por un sentido común equivocado y por una evidencia no científica que les hace pensar que vivimos en una tierra plana e incluso infinita, gente que usa alguna religión para explicar o tratar de entender nuestro planeta o el universo, hasta grupos que piensan en grandes conspiraciones para tener un planeta esclavo a costa de cualquier cosa.

En este caos, hay revolturas de apreciaciones que por sí solas son válidas, pero que al mezclarse no encajan para nada. Por mencionar un ejemplo: pensar en la interpretación religiosa de la creación del mundo que nos rodea es correcta por sí sola, pensar en la interpretación científica del origen del mundo que nos rodea también es correcta por sí sola. Pero mezclar ambos enfoques no es lo correcto. Considero personalmente que estos dos enfoques tienen una riqueza extraordinaria al mantenerlos separados, ambos cumplen con un objetivo complementario a nuestras vidas y creencias. En este caso, es responsabilidad de cada quién vigilar que su pensar y actuar sea en consecuencia de valores y principios, no de fanatismo.

La solución única a este problema de la basura líquida
es simplemente LEER, LEER y LEER.

jueves, 28 de enero de 2010

Los acentos: un trauma para muchos (¿todos?)

El domingo pasado conseguí un libro de un autor que nunca me imaginé comprar. El autor es un brasileño que ha publicado muchos libros y de los cuales varios de ellos se han traducido a otros idiomas. Al parecer sus obras reflejan la superficialidad del ser humano, las apariencias de la sociedad y algunos aspectos de reflexión.

El libro me interesó esencialmente por el título, que de hecho me enteré por medio de una amiga que colecciona sus libros. Y aprovechando que los domingos tengo tiempo, me di a la tarea de iniciar la lectura del libro. Al inició me costó trabajo concentrarme porque no comprendía el escenario que se describe, sin embargo, después de leer varias veces algunos párrafos pude meterme en la narración.

Todo iba bien, con la imaginación a todo lo que da. De repente, parecía que “la película” del libro se detuvo, se quemó y ya no pudo seguir la proyección. ¿Porqué? Me preguntaba si me salté alguna línea, omití alguna palabra o de plano ya me estaba durmiendo. No, no era eso. Simplemente me encontré con una palabra mal acentuada y me cambió toda la idea y mi película se estropeó un instante. Pensando en que fue todo, ¡Sorpresa! Otro acento culpable.

Hasta el día de hoy he leído la tercera parte del libro, el cual resultó mucho mejor de lo que yo esperaba, pero he encontrado (afortunadamente sólo 3 o 4) palabras mal acentuadas que me cambian las ideas. Yo no soy experto de los acentos, ni mucho menos de la ortografía, pero creo que hay cosas hasta de sentido común para saber si se acentúa o no una palabra. Y esto me recuerda una persona que hace muchos años me dijo: "todo lo que termina en ‘on’ lleva acento". ¡No es cierto! Y que crueldad para la escritura porque entonces qué sentido tiene aquello que nos enseñan sobre las palabras agudas, graves, esdrújulas y sobreesdrújulas. Y aclaro, el libro que estoy leyendo es una traducción, por lo que solo puedo culpar a quien lo tradujo y sus secuaces (revisores).

Espero que Ustedes que leen mis notas puedan retroalimentarme si he cometido errores de ortografía y principalmente de lo que me quejo hoy, los acentos. Si es así, no duden en decirme, porque los acentos es algo muy iuani.