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viernes, 8 de marzo de 2013

Involución administrativa

Hace algunos años (siglo XX) se hablaba y presumía mucho acerca de la Simplificación Administrativa. En teoría se considera que se simplifica todo al tener que realizar menor papeleo para un determinado trámite. No obstante en pleno siglo XXI pareciera que se está retrocediendo en este tipo de cosas. Les comentaré dos ejemplos bastante negros que tienen las instituciones, el caso de impuestos y para colmo un banco (¿por qué será?)

Recuerdo perfectamente cómo era el trámite para obtener los certificados electrónicos que ofrece Hacienda para imprimir recibos de honorarios. Todo se hacía en una sola visita, con previa cita: llevar todos los documentos requeridos, pasar a revisión de dicho documentos, esperar turno para la generación de los certificados, firmar de recibido y… ¡listo, a imprimir! En el año 2013, la oficinas del SAT piden hacer una cita por cada parte del proceso y además, la persona que atiende no puede excederse de 4 o 5 minutos en atender a una persona porque va en contra de las cuestiones ágiles y de rapidez. El resultado es un sin número de idas y vueltas que hacen perder tiempo y dinero. ¿No es acaso esto una involución administrativa? ¿Dónde quedó la simplificación administrativa? La parte electrónica debería permitir incrementar la eficiencia administrativa, pero pareciera que es todo lo contrario: a mayor tecnología y seguridad, mayor necesidad de verificar personalmente lo que se hace… ¿desconfianza electrónica?

Y el segundo ejemplo son los bancos. Si un sistema de software puede controlar todo tipo de transacciones, resulta que administrativamente tienen todo desconectado. 1) Recuerdo que cuando se empezó a promover la “domiciliación” muchos se quejaban porque los pagos se hacían fuera de las fechas de pago de los servicios y llegaban recargos. 2) El domicilio registrado para apertura de una tarjeta de crédito nunca se actualiza, aunque se hayan cambiado miles de veces de domicilio y se haya reportado. La cuestión es que tiene al menos dos bases de datos y no se han ocupado nunca de verificar qué pasa con sus clientes. 3) Sus laberintos telefónicos que aún siguen siendo bastante inflexibles para ciertas cuestiones. Si opta uno por ir directamente a un ejecutivo, resulta que nos cuelgan. 4) Sus sistemas arcaicos de cobranza por teléfono son verdadera e increíblemente "espectaculares". ¿No pueden invertir en una infraestructura que se conecte con las compañías de teléfonos para automáticamente verificar si las personas deudoras siguen siendo localizables en ese número de teléfono? Y lo peor aún es que si uno va a la sucursal a aclarar que la compañía de teléfonos nos dio una línea reciclada, hay que esperar un par de semanas para que se desaparezca de la lista nuestro número de teléfono. Mientras hay que aguantar de domingo a domingo, desde las 6 de la mañana y hasta las 10 de la noche, los múltiples ataques terroristas vía telefónica. ¿Dónde está la simplificación administrativa?

Con esto puedo concluir que más que evolucionar, hemos retrocedido, se ha involucionado enormemente. Por cada paso hacia adelante, se dan dos hacia atrás.

¿Tiene sentido tanta “modernidad” si
la involución está avanzando a gran escala?

martes, 19 de febrero de 2013

Los pésimos y deplorables bancos y sus absurdos sistemas de cobro

El teléfono suena…

- ¿Bueno?
- ¿Se encuentra el Sr. X (o Sra. Y)?
- No, es número equivocado.
- ¿Usted lo conoce?
- No.
- ¿Tiene referencias de él (o ella)?
- No, no, no sé quién sea.
- ¿Sabe si vivió allí?
- Le repito que no sé nada, mi línea es nueva, no tengo antecedentes de nada ni de nadie.
- ¿Sabe dónde localizarlo(a)?
- ¿Acaso están orates, tontos? ¿No entiende lo que es no sé nada?
- Entonces tiene que hablar al número 1234567890 para que cancelen de su número la búsqueda de esta persona.
- …


Y entonces sucede que tras tantas llamadas y reclamaciones y gritoneadas y rayadas y mentadas e insultos y dimes y diretes… el teléfono sigue sonando, preguntando por la misma persona, tratando de ver si el banco en uno de esos intentos, falla la "concentrancia" y pueden localizar al que se está ocultando y no quiere pagar, o que en el mejor de los casos se responda milagrosamente: "¡soooy yo!".

Gracias a la tecnología de teléfonos, el identificador de llamadas es efectivo y podemos “filtrar” las llamadas, saber a quién le contestamos y a quien no. Pero si alguno de ustedes se han encontrado con este pequeño problemita, algunas soluciones interesantes que pueden ser divertidas van desde grabaciones, alteraciones voz, hacer que como que no se oye, etc. Pero yo creo que algo que verdaderamente es fantástico es el siguiente caso:


¡Ya saben qué hacer!