La realidad es que la educación cívica y de protección civil siempre es la misma: sólo ante el peligro es como nos alertamos de que algo debemos hacer. ¿Para qué proceder de esta forma? Si ya desde los tlalolins de 1985 se hizo un esfuerzo descomunal para tratar de despertar consciencia de los desastres naturales y lo vulnerables que somos ante ello, ¿por qué dejar pasar tiempo? Si nunca sabemos cuando habrá un temblor, ¿es necesario dejar de hacer simulacros?
Y si nos adentramos al mundo de los desastres naturales y artificiales, realmente en todo contexto pasa lo mismo, si hay incendio, entonces todo mundo hace simulacros de incendios, si hay una inundación, entonces todo mundo hace simulacros de inundación, y así para cada caso.
Hasta como para plantear un sistema de ecuaciones matemáticas ilógicas: si un simulacro (S) se realiza después de un evento (E), entonces estamos más seguros (+S); si pasa el tiempo (t) y no pasa nada (!E) entonces, no son necesarios los simulacros (!S). Así, nuestro sistema ilógico queda como sigue:
E => S, +S (1)
lim S = !S (2)
t -> infinito, E -> 0
Si un matemático revisa las ecuaciones seguro que no le encuentra sentido. Con toda razón así es y refleja la realidad. Y si la tiene, entonces lo único que puedo decir es que ¡ya sé modelar!
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